Cataluña, según la ONU

Pedro Armas
Pedro Armas A MEDIA VOZ

OPINIÓN

ESTHER TABOADA

25 mar 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

A riesgo de ser tachados de simplistas, llamemos a las cosas por su nombre. Según la RAE, la nación es el conjunto de habitantes de un país regido por el mismo gobierno, y la autodeterminación es la decisión de la ciudadanía sobre su futuro estatuto político. La decisión, no el derecho. Aunque no está acuñado el concepto «dimensión óptima de la nación», prevalece una cuestión de escala, pues la magnitud es importante para tener relevancia en este mundo globalizado. España, nación con 500.000 kilómetros cuadrados y casi 50 millones de habitantes, no es una potencia; pero cuenta con una dimensión idónea para tener peso en la esfera internacional. Abandonar esa unidad territorial y política podría ser positivo para los separatistas catalanes, pero no para el conjunto de los catalanes.

Que muchos catalanes usen una lengua común, materna o no, exclusiva o no, quizá sea su principal rasgo de identidad cultural. Por eso, utilizar la lengua como argumento básico para demandar la independencia como nación es eficaz en el plano emocional, si bien resulta contradictorio en el plano geopolítico. En el mundo hay casi 200 países (algunos con el reconocimiento en el aire, como Palestina o el Sáhara) y unas 7.000 lenguas, aunque solo unas 25 son habladas por más de 50 millones de personas. En la ONU están reconocidas 193 naciones, pero solo se utilizan seis lenguas oficiales: inglés, francés, ruso, chino, árabe y español. Los separatistas catalanes piden la independencia de España, entre otros motivos, porque en Cataluña se habla catalán. En el Rosellón también se habla catalán y no piden la independencia de Francia ni la adhesión a Cataluña.

Una Cataluña independiente solicitaría ipso facto el reconocimiento de la ONU, donde tienen claro que el concepto de autodeterminación solo es aplicable a las colonias, es decir, a territorios sometidos a un dominio u ocupación por parte de una potencia extranjera. Dejemos la historia en manos de los historiadores, no de los políticos. Argüir que la defensa numantina de Barcelona, prolongando la Guerra de Sucesión hasta 1714, fue debida a una invasión de los españoles es ocultar que se trataba de un conflicto internacional entre partidarios de los Habsburgo y de los Borbones. Los de la ONU saben bien que, desde la Hispania de los romanos, Cataluña siempre formó parte de España y nunca fue invadida por sí misma.