Rusia, Daesh y Occidente

José Julio Fernández Rodríguez / Anxo Varela Hernández AL HILO

OPINIÓN

MABEL RODRÍGUEZ

28 mar 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El terrorismo se ha convertido desde hace décadas en una relevante amenaza para nuestras sociedades. En el futuro cercano lo seguirá siendo, sobre todo en su versión yihadista. Y ello, al menos por dos importantes razones: su capacidad de financiación y la amplia base de radicales islámicos desde donde se pueden ejercer labores de reclutamiento.

En un nuevo evento de muerte y destrucción, el pasado viernes 22 de marzo un atentado en la sala de conciertos rusa Crocus City Hall ha vuelto a poner al Daesh en el foco internacional. A mucha gente sobresaltó porque pensaba que esta organización, autodenominada Estado Islámico, se hallaba inactiva. Falsa percepción: a inicios de este año 2024, el Daesh también atacaba una iglesia católica en un barrio de Estambul; o, en el año 2021, precisamente la facción salafista yihadista centroasiática del Estado Islámico (ISIS-K) causaba 183 muertos en el aeropuerto internacional Hamid Karzai de Kabul, en plena evacuación de Afganistán tras la toma de control del país por los talibanes. ¿Por qué ahora Rusia? Sin duda, tanto por las conexiones del régimen del Kremlin con Irán y con el Gobierno sirio, archienemigos del extremismo suní al que se adscribe el Daesh, como por las actuaciones antiterroristas del grupo Wagner en el Sahel. Pero también ha favorecido el atentado la presunta debilidad de la seguridad ciudadana interna rusa motivada por la atención en la guerra de Ucrania. En el pasado, Putin había sido capaz de recuperar para su causa a la república de Chechenia, con concesiones para el pseudoislamista Kadírov. Con el Daesh no se pueden hacer equilibrios, pero seguro que el Gobierno ruso tampoco los quiere.

El terrorismo yihadista es un enemigo común de Rusia y del mundo occidental, un enemigo en el siglo XXI siempre latente, capilar y extendido, con capacidades cambiantes y evolutivas. Los niveles de alerta antiterrorista son altos en varios países, entre ellos España (nivel 4 de 5 desde el 2015), lo que demuestra que el poder político no quiere bajar la guardia. La desinformación que se extiende en la geopolítica no ayuda a arrojar la luz que necesita el análisis de este fenómeno, ni a buscar una coordinación entre bloques internacionales que sería útil en la lucha contra el terrorismo yihadista. Desde el primer momento tras el atentado del pasado viernes, la confusión informativa se extendió por todas partes enterrando distintas piezas de una realidad que quizá tardemos en descubrir.

Así pues, pese a que Europa observe al gigante ruso como un enemigo (en parte, por esa desinformación a la que nos referimos), no debemos dejar pasar la oportunidad de intentar un frente unido, aunque parece una verdadera quimera pensar en reproducir la cooperación Rusia?Occidente del pasado, con el añorado Yeltsin, y que mejoraría nuestra seguridad global.