Catalunya Nord

Mariluz Ferreiro A MI BOLA

OPINIÓN

Glòria Sánchez | EUROPAPRESS

07 abr 2024 . Actualizado a las 12:13 h.

Carles Puigdemont, el héroe que proclamó la independencia más efímera de la historia (menos de un minuto) y que salió huyendo en un maletero para señalar más tarde como traidores a los que se comieron cárcel por la bromita, se ha mudado. De Bélgica a Francia. A Catalunya Nord, presume su bancada. Mientras él prepara las elecciones autonómicas, en su nuevo destino se está organizando una consulta importante. La catalanidad de esta especie de provincia gala está en vilo. Está claro que aquello no es España. Es el vecino superior, ya se sabe. Grupos de trabajo preparan una votación crucial. Quieren decidir el nombre del departamento.

El área administrativa se llama (sorpresa) Pirineos Orientales. Y parece que las autoridades pondrán este otoño las urnas para ver si es posible el cambio. Entre las opciones que se estudian, País Catalán, Pirineos Catalanes y Pirineos Mediterráneos. Pero podría mantenerse la denominación actual. Ese es el supuesto avance democrático. Nada que ver con la independencia, ni con la autonomía, ni con los derechos de la lengua catalana. Además, la última palabra la tendrían el Consejo de Estado y el Gobierno central de esa Francia indivisible por cuyo supuesto ADN diferenciado del español suspiraba en su día Oriol Junqueras. Pues ese es el refugio del líder de Junts. Un oasis de libertad para un libertador. Seguro que Puigdemont aprovecha su estancia para montar allí un proceso soberanista, convocar un referendo sin permiso, proclamar la independencia de forma unilateral y escapar a Suiza en el asiento de atrás de un coche tapado con una manta de pícnic para denunciar ante el mundo la opresión del Estado francés.

Seguro.