Tirar los tejos

Javier Guitián
Javier Guitián EN OCASIONES VEO GRELOS

OPINIÓN

María Pedreda

02 may 2024 . Actualizado a las 10:11 h.

Al parecer, la expresión «tirar los tejos» proviene de un antiguo juego llamado «el tejo», que consistía en tirar una piedra o un trozo de teja contra un palo de madera clavado en el suelo con objeto de derribarlo. Normalmente se jugaba en plazas o parques públicos, y, mientras unos participaban, otros paseaban o estaban sentados en algún banco cercano.

Era usual que, cuando a algún muchacho le gustaba una de las chicas que por allí se encontraban, tirase el tejo a una distancia cercana de donde estaba esta y, con la excusa de ir a recogerlo, aprovechase para insinuarse o hacerle ver su interés por ella. Sea cierto o no el origen, yo lo doy por bueno, ya que, al fin y al cabo, se trataba de ligar.

El tejo común o tejo negro (Taxus baccata), que nada tiene que ver con el flirteo, es una especie originaria de Europa occidental, central y meridional. Es un árbol de hoja perenne con los sexos separados entre individuos y que, en general, crece en grupos más o menos aislados. Destaca por su lento crecimiento y su gran longevidad.

Su presencia cultivada en Galicia es frecuente en iglesias, pazos y parques de todo el territorio, y de forma espontánea crecen en el llamado Teixedal de Casaio, en la provincia de Ourense, y en bosques de la zona Courel-Ancares, en la de Lugo. Existe también una cita puntual en las Fragas do Eume que se ha relacionado con la cercanía del monasterio de Caaveiro.

Pero vayamos al caso. En el noroeste de la península ibérica destaca el tejo milenario de San Cristóbal de Valdueza, en el Bierzo, ubicado junto a la vieja ermita, considerado el segundo tejo más antiguo de Europa con 1.246 años, datados con técnicas dendrocronológicas. Tiene 15 metros de altura, con un diámetro de copa de 19 metros y un perímetro de tronco de 4,75 metros.

Según ha publicado la prensa, ya el pasado año el tejo de San Cristóbal fue dañado intencionadamente al tratar de cortarle las raíces más superficiales. De nuevo este año, el árbol ha sido agredido en varias ocasiones con la gozosa novedad de que se ha detenido a un tipo de Valladolid en su entorno, provisto de una motosierra; obviamente, lo de gozosa va por la detención.

La imagen de la agresión a un árbol milenario es tan demencial que la única explicación es que el cebollo de Pucela se haya tomado al pie de la letra el título de este artículo y, víctima de la pasión, haya decidido acabar con el monumento vegetal. No cabe otra explicación a esta conducta que la de una propuesta del garrulo para llamar la atención de una dama berciana, y, de ser así, felicitamos a la joven por darle puerta al torpe protagonista de La matanza de Taxus.

Ahora más en serio, no me queda otra cosa que recomendar a los lectores una visita al tejo de San Cristóbal, no lejos de Ponferrada. La ubicación es magnífica y al estar separado del pueblo, sin apenas luz en la noche, es un lugar extraordinario para observar las estrellas en los cielos despejados del verano. No se arrepentirán.

En fin. Yo me quedo a la sombra, pensando cómo se le explica al «zoquete del Pisuerga» que ese tejo ya tenía más de un siglo cuando su ciudad fue fundada.