Las tardes más largas

Ramón Pernas
Ramón Pernas NORDÉS

OPINIÓN

OLIVIER HOSLET | EFE

08 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Son infinitas en este tiempo. La noche es perezosa, le cuesta asomarse por entre el lusco y fusco, es faldicorta como una colegiala. La noche tiene prisa por inaugurar amanecidas, por alborear para proclamar las mañanas.

Europa duerme la siesta en la jornada de reflexión soñando el modelo futuro de un país de países que habla con una voz única. En toda Europa medran las tardes de junio.

Se alargan en París mientras discurre el Sena por un paisaje navegable y en Copenhague un coro de muchachos está cantando un relato de Andersen.

En Praga, en el reloj astronómico del Ayuntamiento dan las doce, y las cuatro figuras animadas que flanquean el reloj giran en un paseo circular. Son la vanidad, la avaricia, la muerte y la lujuria. Cada hora las figuras se ponen en movimiento, y de las ventanas laterales salen a desfilar los doce apóstoles guiados por san Pedro con las llaves del cielo. Las cuatro figuras horarias son una auténtica metáfora de la patria europea que se está reconstruyendo tras el discurso de un futuro incierto.

Mientras, en Positano, en las casas junto al mar pintan de azul las puertas y las ventanas de la fachada norte.

Ya es junio, los días de la juventud que patrocina la diosa Juno, frente a los mayores de un mayo que se fue por una esquina del calendario.

Pronto arderá lo viejo en mil hogueras que incendiarán la noche de san Juan en este mes de rosas y madreselvas, de jazmines y damas de noche que aromatizan los paseos campesinos.

Y el camino que anda el caminante cabe en un par de estrofas de una canción de Sabina.

Las antorchas darán la señal de salida que anunciará el solsticio, y al alba el agua de los cien pétalos florales, despertará de su noche coleccionando madrugadas, para que después de la alborada nos lavemos la cara con el perfume tibio de la hierba namorandeira, la de enamorar que nace en la senda que nos conduce a Santo Andrés de Lonxe, también llamado de Teixido.

La mar sigue siendo un espejo de estaño, y al fondo se instaló para siempre la raya azul del horizonte.

Cuando Europa despierte de la siesta y concluya la jornada de reflexión veremos nacer el sol por ese horizonte anunciado, y las tardes de este verano previo que visita esta parte de la tierra seguirán siendo infinitamente largas.

Volveremos a escuchar los tambores de la guerra desde el apocalipsis de Ucrania, y reivindicaremos el alto el fuego en Gaza y la reconstrucción de Palestina. Y en la gallarda y algo insolente Europa seguirá siendo junio.