Unos comicios para todos los (dis)gustos

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

SERGIO PEREZ | EFE

11 jun 2024 . Actualizado a las 14:11 h.

Vaya por delante que votó poquísima gente. Tanto se nos llena la boca con que somos europeos pero luego llega la hora de ir a las urnas y son cuatro los que van. Sánchez es evidente que no está en su mejor momento, aunque ha resistido de aquella manera una vez más. En Galicia, en el 2019, el PSOE había sido la primera fuerza por delante de PP y Bloque. Era la época efervescente del supuesto gobierno bonito, con astronauta incluido en el Consejo de Ministros. La actualidad política va tan rápido que parece que fue hace un siglo y solo han pasado cinco años. Ahora el desgaste es evidente, aunque la marca socialista ha logrado por ejemplo volver a ser segunda fuerza en la comunidad. El Bloque solo gana a los socialistas en las autonómicas. El PP volvió a exhibir su fortaleza gallega. En el top tres español. Le superaron solo los populares de Castilla y León y de La Rioja.

Estas elecciones europeas son tan peculiares que ocurre que es Bildu, primera fuerza en el País Vasco, la que sostiene, y no durante toda la legislatura, al diputado para el Bloque en Bruselas. Bildu y los 354.000 votantes que sumó ERC a la candidatura de Ahora Repúblicas. El Bloque mejoró con respecto a las anteriores europeas y sumó 174.000 electores (la contribución más escasa de la coalición republicana), un 16 por ciento, que lo situaron como tercera fuerza. Las papeletas son móviles. Al Bloque, ERC le reclama un 40 por ciento del tiempo del escaño de Ana Miranda para el cuarto de la lista.

La irrupción de Se Acabó La Fiesta y el influencer agitador Luis Alvise Pérez es otro síntoma de que estamos ante unos comicios tremendamente peculiares. Logró 800.000 votos y se llevó tres eurodiputados gracias a la circunscripción única. En otro proceso, esos datos, por debajo del cinco por ciento, lo hubiesen dejado fuera de la fiesta de «corruptos» que no se cansa en denunciar. Hará ruido, pero en unas elecciones domésticas es difícil que se haga un hueco con sus maracas. Ahora, su éxito únicamente le vendrá bien al PSOE, para agitar un nuevo mantra: «Feijoo solo aporta oxígeno a los partidos ultras, ya tenemos dos partidos de extrema derecha». ¿Y qué pasó con Feijoo? Pues que sigue sumando. No con la intensidad que desearían los más ayusistas de su partido, pero para nada son los del domingo unos malos resultados para el PP. Cada vez está más cerca. Tiene la Moncloa en la punta de los dedos. Los socialistas han perdido dos millones de votos. La prueba de que al PSOE le va mal es que Sánchez no deja de agitar el fantasma de la coalición de la ultraderecha. Los que pagaron la fiesta anteayer fueron Yolanda Díaz, desaparecida el domingo y dimisionaria de los cargos sin sueldo el lunes, e Irene Montero. Sánchez, los votos que se queda en la derrota son precisamente los de Sumar y Podemos con sus políticas zurdas. ¿Qué hará Sánchez cada vez con menos apoyos? Pues la respuesta está en Cataluña. Justo en Puigdemont. O entrega Cataluña y a Illa para seguir o tendrá que ir a elecciones. E intentar otra vez el lema trucado de yo o la extrema derecha para movilizar a su electorado.