Los viejos

Eduardo Riestra
eduardo riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

Joe Biden, en el debate
Joe Biden, en el debate Marco Bello | REUTERS

30 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Decía Francisco Ayala en su periódico de Madrid hace ya muchos años —cuando él, que había nacido en 1906 como Estrella de Galicia, cumplía 90— que porque era mayor y le gustaban las mujeres jóvenes la gente lo llamaba «viejo verde», cuando las mujeres jóvenes le habían gustado siempre; por lo que en realidad era un «verde» viejo. Para mí, ese pensamiento define muy bien el trato que les damos —estoy dudando en poner que nos dan— a los viejos. Hay muchos tipos de viejos, por supuesto, y no son lo mismo los 90 años de Romay Beccaría, de Garrigues Walker o de Ramón Tamames —ni desde luego los flamantes 96 de mi admirado David Attenborough— que de los del operario de una plataforma petrolífera en el mar del Norte o los de un vendedor de chucherías en un semáforo de Bogotá. Biden, que en comparación con los citados es un chaval, parece que tiene los días contados. Pero yo si fuera él, no me preocuparía demasiado. Para gobernar a los americanos hace falta mucha energía y mucho carácter, mucha «estamina», como decía Teddy Roosevelt. Los viejos estorban. Antes les construían edificios en los montes, alejados de la vida para que se fueran haciendo a la idea. Ahora los embarcan en inmensos trasatlánticos para seguir manteniéndolos alejados de la vida, pero con posibilidad de ligar, algo que se les —que se nos— da muy bien. A mí, en fin, me gustaría que Biden no se lo tomase muy a pecho y que leyera estas líneas: la vejez es solo una cuestión de tiempo, y, si no llega, malo.