
El otoño es una segunda primavera, decía Albert Camus. Y Cortázar, que se paseaba por el tiempo como un jilguero entre ramales, escribió: «El otoño se termina y de golpe ya es pleno verano». Como ambos me parecen dos maestros, no voy a intentar cambiar ni una sola de sus palabras. En primavera le fue bien, en parte, al Partido Socialista: un resultado meritorio en el País Vasco (con un porcentaje de voto, nimio, similar al que obtuvieron en febrero en Galicia) y un gran resultado en Cataluña. Sin embargo, en las elecciones que se jugaban en todo el Estado, el Partido Popular le arrancó cuatro puntos de ventaja. Y ello a pesar del arúspice José Félix Tezanos, que preveía que su PSOE obtendría una diferencia de cinco puntos sobre el PP. La realidad, pese a don José Félix, es que con Pedro Sánchez de secretario general, el PSOE únicamente logró ganar en las elecciones de ámbito estatal en 2019. Todas las demás, las ha perdido. Sin embargo, Sánchez tiene querencia por las sorpresas y la gran sorpresa de este otoño sería abrir de nuevo las urnas. No lo haría por convicción, sino por necesidad. A sus socios no les ha sentado nada bien el pacto con el PP en materia judicial y quizá se lo hagan pagar con creces: bloqueando la legislatura. No habría presupuestos y, allá en el nordeste, no conseguirían formar un gobierno presidido por Salvador Illa. O sea, más bloqueo. Puedo estar equivocado. O no.
Lo cierto es que la legislatura no acaba de arrancar, que solo se ha aprobado una ley relevante (la de amnistía) y hemos dado ejemplo de «bananerismo» colando una enmienda (para anular al Senado) en la ley de paridad: algo inconcebible en cualquier democracia avanzada. La legislatura no va a durar hasta el 2027, como se cansaron de repetir presidente y ministros. La legislatura ha nacido lesionada y las múltiples lesiones no han mejorado un ápice. Sin embargo, Sánchez es perito avezado en hacer de la necesidad, virtud. Puede que no encuentre mejor momento para convocar elecciones generales que este otoño. El 13 de octubre, si las cuentas no me fallan y todo sigue el curso actual, se repetirían las elecciones catalanas. Y para ese mismo día, Sánchez podría convocar las generales. Ese es mi vaticinio. Como dije arriba, quizá estoy equivocado y por ello suplico su clemencia (a Tezanos le hemos perdonado todas sus predicciones manipuladas y fallidas). Quizá mis argumentaciones coincidan por una vez con las de Sánchez. Él tiene sus bazas: después del pacto con el PP puede adoptar un matiz más moderado en su relato y, esto será relevante para él, del otro lado no tiene dos derechas, sino tres. Alvise encabezará noticiarios afines a Sánchez. Y él no se cansará de repetir el discurso que más rentabilidad le ha dado: el del miedo. Convocará antes del 27: si no es en los próximos meses, será en plazo no demasiado largo. En cualquier estación. Aunque sabemos que el otoño es una segunda primavera, decía Camus.