Europa está en riesgo

César Casal González
césar casal CORAZONADAS

OPINIÓN

Johanna Geron | REUTERS

02 jul 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

No es un tema menor. No me refiero a Putin invadiendo Ucrania, que también, y llevando la guerra de nuevo al viejo continente. Hay un peligro mayúsculo que no deja de crecer. Lo hemos visto ayer en Francia, con la victoria por primera vez de la ultraderecha en unas elecciones. Nuestro país vecino es uno de los fundadores de la Unión Europea. Hasta el presidente Macron en campaña dijo que la República estaba tan dividida que no descartaba que se pudiese llegar a una guerra civil. La noche de los resultados hubo incidentes en las calles de París. Es mucho lo que está en juego. No solo para los franceses.

En Italia, otro país clave en la construcción europea, gobierna Meloni. Una versión suave de Meloni, pero con todo lo que puede suponer si decide llevar a cabo los puntos extremos que figuraban en su programa y que no tienen nada que ver con los ideales europeístas que hemos construido entre todos durante décadas. Hasta en Alemania no deja de crecer la ultraderecha, lo que nunca pensamos que podría volver a pasar en ese país, desde donde se escribieron las páginas más negras de nuestra historia en el siglo XX.

La confusión reina en todos los Estados. Gran Bretaña va este jueves a elecciones. Es probable que los británicos vivan un cambio más tranquilo, con la llegada al poder de los laboristas y la marcha de los conservadores en el adiós de Sunak. Pero la amenaza de una Europa dividida asoma en todas las esquinas del continente.

Lo que está en juego es inmenso. Dos son los valores que creíamos asentados en Europa y por los que tanto luchamos que ahora se ven de nuevo amenazados: la convivencia pacífica y la solidaridad. Piénsenlo bien. Estas dos virtudes extraordinarias son exclusivas de muy pocos lugares en el mundo. Europa era una reserva consolidada para convivir sin violencia y para gozar de servicios públicos inexcusables como las pensiones y la sanidad. Australia puede ser otro ejemplo de esos niveles de calidad de vida. En Estados Unidos todavía hay convivencia pacífica, aunque la política también está allí envenenada, pero no existe la solidaridad. No gozan, por ejemplo, de una sanidad pública efectiva. No lo podemos echar todo a perder. No hay mejor sistema que la democracia. Pero la boca de las urnas tiene una peculiaridad. La democracia es el único sistema que es capaz de suicidarse. Así pasó con el brexit. Cameron se atrevió con el referendo y hoy cada vez más británicos lamentan el resultado que los alejó de Bruselas.

Europa tiene experiencia de lo fácil que es destruir la vida de generaciones enteras, como sucedió con las dos guerras mundiales que nos enfrentaron no hace tantas décadas. El error de esta deriva puede volverse imposible de corregir. Si seguimos eligiendo los extremos, si los ciudadanos optan por la radicalidad a derecha y a izquierda, el aire se envenena y el futuro se vuelve turbio. Todos conocemos el cuento del lobo y sabemos también su desenlace. Estamos, país a país, llamando al lobo, clamando por el lobo, y el lobo terminará por aparecer.