Hace tiempo que nuestra sociedad reclama energías verdes y renovables y una descarbonización efectiva. El impulso desde Europa es decidido. Se ve en medidas muy comentadas, como la prohibición de vender coches de combustión con huella de carbono a partir de 2035, pero también en la Ley Europea de Materias Primas Fundamentales, de la que se habla menos.
Para el 2030, todos los países de la UE debemos ser capaces de cubrir nuestras necesidades anuales de materias primas, extrayendo al menos un 10 % en nuestro propio territorio, procesando el 40 % y reciclando el 25 %. Como máximo, el 65 % del consumo anual de materias primas estratégicas de la UE podrá venir de terceros países.
Teniendo en cuenta que actualmente el 90 % de estos minerales los procesa China, tenemos un problema serio que hay que abordar con visión estratégica y con rapidez.
Como en tantas otras industrias, en las últimas décadas Europa ha deslocalizado la minería hacia terceros países que, por otro lado, no comparten los estándares europeos de respeto por el medio ambiente. Por eso, la declaración de la mina de Touro como proyecto industrial estratégico por parte de la Xunta de Galicia, lejos de ser alarmista, debería ser vista como una buena noticia. Porque va en línea con la estrategia europea y porque es momento de recuperar esta industria estratégica para Europa, impulsando a la vez un área en la que Galicia, por sus recursos naturales, puede jugar un papel protagonista.
Hablamos de minería moderna y sostenible, conforme a los estándares europeos, que genere riqueza en el territorio donde se desarrolla y que impulse, en definitiva, una estrategia común, respaldada por la propia Unión Europea. Porque por más que queramos transformar nuestro modelo climático, no podremos hacerlo sin los minerales estratégicos de las llamadas tierras raras: litio, cobre, lantano… elementos vitales para las industrias de la electrónica, las energías renovables o para fabricar las baterías de los coches eléctricos de un futuro que es ya presente. No hay futuro renovable para nuestra sociedad sin minería sostenible que lo haga posible. Es el momento de apostar por proyectos rigurosos, que exijan todos los controles medioambientales, a la vez que generan riqueza en nuestro territorio y comunidades. Es el momento de demostrar que Europa puede ser ejemplo de minería sostenible y reforzar nuestra independencia energética, que se traducirá también en un porvenir más respetuoso para nuestro propio planeta.