El cuadro de Mondrian

Xose Carlos Caneiro
Xosé Carlos Caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

Jean-Luc Mélenchon, líder de La Francia Insumisa (LFI), el domingo en París tras conocer los resultados
Jean-Luc Mélenchon, líder de La Francia Insumisa (LFI), el domingo en París tras conocer los resultados ANDRE PAIN | EFE

15 jul 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Uno de los maestros del arte abstracto fue el neerlandés Piet Mondrian. Hace un par de años acaparó titulares por un error, digamos, de colocación. Me explico. En 1941 pintó New York City, 1. El cuadro, de características particulares, estuvo expuesto desde 1945 en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. En 1980 cambia de ubicación. Se exhibe en el Kunstsammlung Nordrhein-Westfalen de Düsseldorf, en Alemania. El diseño se compone de cintas amarillas, rojas, negras, azules, que en la parte inferior de la obra parece más cerrado. Eso dicen los especialistas. Los mismos que hace dos años descubrieron que desde 1980 el cuadro estaba colgado del revés. Sin duda. La evidencia es una fotografía del estudio del maestro donde aparece un cuadro en un caballete en 1944. Es el cuadro citado. Se le dio la vuelta y asunto concluido. Eso sí, nos quedó la lección: durante más de cuarenta años, el arte, o la vida, pueden estar colgados del revés.

Imagino que el lector se preguntará qué tiene esto que ver con los asuntos políticos que habitualmente tratamos en esta columna. No demasiado, o sí. He intentado buscar una excusa artística que empuje la argumentación de este artículo sobre la no existencia de la ultraizquierda en España. Tras las elecciones francesas, lo hemos constatado. En Francia, por fortuna, no ganó la ultraderecha, aunque sacó más votos que nunca. Las elecciones fueron masivas: las de mayor participación desde 1981, lo cual representa una imagen óptima de la democracia. Buena parte de los noticiarios encabezaban con el siguiente aserto: la izquierda para a la extrema derecha. En realidad eran titulares verosímiles, pero con truco. El truco consistía en ignorar que el centro, la derecha y la ultraderecha acaparaban casi tres cuartas partes de los votos, mientras el Nuevo Frente Nacional rondaba el 28 %. Esa es la realidad. La Agrupación Nacional de Marine Le Pen, muy a mi pesar, pasó de 89 parlamentarios a 143, con más del 33 % de los sufragios. Repito, esa es la realidad. Sin embargo, no dejamos de insistir en lo contrario. Es decir, tenemos el cuadro colgado del revés. En el 2027 la ultraderecha tendrá, desafortunadamente, otra oportunidad en Francia. En tanto, Macron lidiará con una situación política tan caótica como la española.

Al hilo de lo anterior, me sorprende que a Le Pen o a Abascal los tratemos justamente como ultraderechistas y que aquí no veamos a Mélenchon, el líder del Nuevo Frente Popular, como icono del ultraizquierdismo. Basta que usted busque sus propuestas electorales. En Europa, los líderes no dejan de denominarlo como ultraizquierdista (su programa sitúa muy atrás todas las máximas de la izquierda). No se distancian, sus parámetros ideológicos, de los de Podemos, Sumar, Bildu o Esquerra (socios de Sánchez). Pero la palabra ultraizquierda no existe en España. No la escucharán jamás en la televisión pública. El cuadro siempre está bien colgado.