Así vamos

Manuel Blanco Desar
manuel blanco desar EUROPA NOSTRA

OPINIÓN

El catedrático de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial, Juan Manuel Corchado, tomando posesión del cargo de rector de la Universidad de Salamanca
El catedrático de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial, Juan Manuel Corchado, tomando posesión del cargo de rector de la Universidad de Salamanca JM GARCÍA | EFE

15 jul 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Lo que natura non da Salamanca non presta, y menos Baeza. Es que Baeza tuvo su propia universidad, por bula de 1538, hasta 1824. Así que Salamanca, sin tener la solera de al-Azhar, Bolonia u Oxford, es una marca de referencia, al menos entre cientos de millones de hispanos. Era. Digo era porque el escándalo de la elección de su rector por algunos funcionarios que allí poseen plaza en propiedad, un puñado de administrativos y otro de alegres estudiantes va a pasar a los anales. Pensar que esto ha sucedido con un catedrático en el ámbito de la inteligencia artificial (IA) va a salpicar incluso a la retrasada Unión Europea frente a los campeones chinos y norteamericanos. Es un ridículo planetario, es el hito de la decadencia industrial europea, que arrastrará a nuestro modelo social como no reaccionemos.

Pienso esto y me hundo. Años ha, el anterior rector me convidó a dar una conferencia sobre derecho europeo. Subiendo al estrado recordé a Unamuno y su San Manuel Bueno, mártir, más que a Francisco de Vitoria y su derecho de gentes. Claro que el derecho europeo va mal, como la Directiva de servicios sobre la que me explayé, tal recuerda Enrico Letta al subrayar el pésimo estado del mercado interior para encarar la competencia global. Nunca imaginé que en Salamanca se pudiese dar el caso de corrupción intelectual imbricada con caciquismo y endogamia que cuajó con el nuevo rector. Ya hubo otro, matemático, que dio que hablar.

Este fenómeno no es exclusivamente español. En todos los diminutos e impotentes Estados europeos se reproduce. Cuando hablas con colegas de esos Estados florecen los chascarrillos. Sería chusco si no fuese dramático. Centrándonos solo en la IA, especialidad del autocitado rector charro, vemos cómo Europa es mera usuaria de los revolucionarios avances de nuestros más directos competidores, al igual que en otros campos científicos y tecnológicos que están en la base de la creciente competitividad foránea.

Nunca avanzaremos mientras no impulsemos la creación de universidades públicas, privadas o mixtas regidas desde Bruselas. Nuestros billonarios pueden invertir en ellas si desean pasar a la posteridad. También otros promotores, por descontado. Que los Estados sigan con sus universidades, faltaría más. Que sigan con Orbán, Meloni o los auténticos flamencos. Pero para competir y conservar lo mejor de Europa, sus derechos sociales y libertades políticas, o nos dotamos de esas nuevas universidades y centros de investigación o pereceremos. Inspirémonos en el Collège d'Europe de nuestro visionario Madariaga.