Los valores de la selección

Erika Jaráiz Gulías
Erika Jaráiz Gulías EL COLOR DEL CRISTAL

OPINIÓN

MABEL RODRÍGUEZ

19 jul 2024 . Actualizado a las 08:59 h.

Cuando Luis de la Fuente fue criticado por aplaudir el «no voy a dimitir» de Rubiales, y toda su justificación del beso a Jennifer Hermoso, recurrió a una frase medida y meditada para dar respuesta elaborada a un acto espontáneo, «no tengo que dimitir, tengo que pedir perdón». Y funcionó, a Luis de la Fuente, le funciona la semántica igual que el fútbol, aunque después el relato tenga algunos elementos rancios que van más allá del fútbol.

Siempre me he preguntado por qué admiramos hasta el paroxismo a gente que da patadas a un balón, por muy bien que lo hagan, pero acepto que en esta sociedad la fama y el éxito van de la mano, casi siempre vinculadas al dinero y a la popularidad. Son estrellas, sí, son jugadores extraordinarios, también, pero no son un ejemplo de valores, y no sé a qué se aferra Luis de la Fuente para insistir, una y otra vez, en ese elemento principista que supuestamente adorna a los componentes de nuestra selección.

El caso Rubiales ha intensificado el carácter político de la selección de fútbol, algo que ya había pasado con el tenis, en su momento muy vinculado a temas de fiscalidad, se ha extendido ahora al deporte de las masas, de las clases obreras, de los sectores populares.

Carvajal tiene derecho a ser de extrema derecha, incluso tiene derecho a no ir a una recepción del presidente del Gobierno, tiene derecho a reclamar y exhibir sus diferencias políticas a nivel personal, en actos públicos o privados, pero no tiene derecho a hacerlo cuando actúa como miembro de la selección española de fútbol. Si Carvajal prefirió en su día apoyar a Rubiales que a Hermoso, es su problema, allá él, sus principios y sus finales, pero si su odio predemocrático le impide comportarse con la altura institucional de la camiseta que viste, ese es un problema de todos y todas.

Ganar una Eurocopa es un éxito colectivo como país, y también un éxito singular de los jugadores que lo consiguieron, no voy a desmerecerles en nada, pero no confiere patente de corso para abordar el tema de Gibraltar institucionalmente, representando a la selección española de fútbol. Y no creo que el problema esté en los jugadores, el problema está en quien le dice a los jugadores «haced lo que os dé la gana». Y entonces surge lo primario, lo bueno, con María, y lo malo, todas las emociones construyendo un relato, con mucha emoción, pero no tantos principios.

Politizar la selección de fútbol es un error grave, porque tiene que ser la selección de todos, no me importa si los jugadores son de derechas o de izquierdas, como decía Luis Aragonés, no pregunto a nadie por su ideología, disfruto de su fútbol y de sus éxitos, ojalá sirvan para construir más España, más identidad, pero la incluyente, la de todos y todas, no la de unos pocos, porque no se puede aplaudir a la vez a Carvajal y a la madre de los Williams. No todos son valores.