Visión en peligro: lo que debes saber sobre el desprendimiento de retina

Francisco Gómez-Ulla de Irazazábal LÍNEA ABIERTA

OPINIÓN

María Pedreda

03 ago 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El verano, con sus días largos y soleados, presenta desafíos adicionales para nuestra salud ocular. Aunque es una época para disfrutar de actividades al aire libre y pasar más tiempo expuesto a la luz solar, también es crucial ser consciente de los riesgos que esto conlleva para nuestros ojos, especialmente el desprendimiento de retina, una afección que puede tener consecuencias graves para la visión.

El desprendimiento de retina es una condición seria que ocurre cuando la retina, una delgada capa de tejido en la parte posterior del ojo, se separa de su posición normal. Hay varios tipos de desprendimiento, el primario o rhegmatógeno es el más frecuente. Se produce por una separación anormal entre dos de las capas que constituyen la retina: el epitelio pigmentario (capa externa) y la retina sensorial (capa interna). Cuando por diferentes motivos se produce un desgarro o agujero en la retina interna, el vítreo —una sustancia gelatinosa que se encuentra dentro del ojo— se introduce a través del mismo y separa las dos capas produciéndose lo que conocemos como desprendimiento de retina

Si no se trata de inmediato, puede llevar a una pérdida total de la visión. Entre el 60 % y el 70 % de quienes sufren desprendimiento de retina son miopes, lo que resalta la relación directa entre esta afección y la miopía. Estas personas tienen un riesgo significativamente mayor debido a la estructura de su ojo. Aquellos con miopía superior a 3 dioptrías tienen una probabilidad 10 veces superior a la media de experimentar un desprendimiento de retina. En general se estima que en España se producen cada año cerca de 5.000 nuevos desprendimientos de retina, y en Galicia más de 300.

Además de la población miope hay otros grupos de riesgo, como las personas que tienen degeneraciones periféricas de la retina, que solo una exploración oftalmológica las puede detectar; o las que han sufrido traumatismos oculares, como ocurre en las personas que sin gafas protectoras practican deportes como el pádel o el squash o tras determinadas cirugías oculares.

Durante el verano, el riesgo de desprendimiento de retina puede intensificarse debido a varios factores. La mayor exposición a la luz solar puede provocar cambios en el vítreo, el cual puede tirar de la retina y causar su separación. Además, las actividades físicas intensas y los traumatismos oculares que ocurren con mayor frecuencia en esta temporada, como los accidentes durante la práctica deportiva o actividades al aire libre, también contribuyen al aumento de casos.

Los síntomas del desprendimiento de retina pueden incluir la aparición de manchas flotantes (conocidas como «moscas volantes»), destellos de luz en el campo visual y visión borrosa o distorsionada. Es crucial no ignorar estos síntomas y buscar atención médica inmediata si se presentan.

El diagnóstico precoz y la atención en el menor tiempo posible serán claves para preservar la visión, dado que las posibilidades de mejora serán mayores si no se llega a desprender la zona central de la retina, es decir, la mácula.

Si se diagnostica un desprendimiento de retina, el único tratamiento es quirúrgico. La cirugía escleral, sin entrar en el interior del ojo, es la menos invasiva, pero muchas veces no es el procedimiento más indicado para solucionarlo. Si esto no fuese posible, la vitrectomía sería la técnica utilizada y suele ser uno de los procedimientos más frecuentes. Durante esta cirugía, el cirujano puede retirar el vítreo afectado y reemplazarlo con una solución de gas o aceite, dependiendo de las características del desprendimiento, lo que ayuda a mantener la retina en su lugar mientras cicatrizan los desgarros causantes de la separación de la retina. La cirugía puede durar entre una y tres horas dependiendo de la complejidad y la antigüedad del desprendimiento y suele realizarse de forma ambulatoria. Después del procedimiento, el paciente deberá seguir ciertas indicaciones para una recuperación óptima, como mantener posiciones específicas y evitar cambios de presión en el ojo, lo que incluye no viajar en avión y ascender a grandes alturas mientras que el gas introducido no se haya ido del interior del ojo.

Cuidar nuestra visión debe ser una prioridad constante y no solo en la época estival, sino durante todo el año. La prevención, la detección temprana y el tratamiento adecuado son claves para evitar consecuencias graves.