«Summertime»

Ramón Pernas
Ramón Pernas NORDÉS

OPINIÓN

HAITHAM IMAD | EFE

17 ago 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El verano se iba, se alejaba cuando septiembre mandaba en el calendario; se iban todos, con ellos viajaba desde el pueblo de la costa el amor perpetuo que nos juramos en agosto y que iba a durar hasta que por Navidades concluyera el trimestre. El verano, mi último verano, viajaba en el automóvil que yo despedía con un adiós envuelto en una lágrima, mientras en mi mano se agitaba un adiós hasta que el coche se perdía adentrándose en la carretera.

Me refugiaba en mi casa aguardando las primeras lluvias del otoño y añorando los días jubilosos del verano que se escapaba, que huía subiendo las cuestas de mis recuerdos.

La melancolía era una patología instalada en mi corazón, y entonces sonaba la melodía que ponía la banda sonora de la nostalgia, y escuchaba, una y otra vez, Summertime.

Era la canción, el aria de Gershwin, de la opera Porgy & Bess, que Mahalia Jackson o Billy Stewart convirtieron en un estándar.

Mil veces, como un masoquista adolescente, me conmovía con la tristeza emotiva de la musica que desde ese lejano verano de mi juventud se convirtió para siempre en mi mejor y más plácido mes veraniego.

Summertime fue para siempre el verano.

Escribo desde el mismo pueblo en donde escuché por vez primera la canción de Gershwin, y lo hago con la misma emoción que se quedó para siempre en el baúl saudoso de los recuerdos más queridos. Lo hago en la semana en que los romanos huyen de la capital italiana porqué llegó el ferragosto, que es la cima que corona el calor de la canícula.

A mi espalda, el sol juega a reflejarse en la pantalla del ordenador, que es una partitura donde yo intento reescribir una historia con Summertime como protagonista, cuando me doy cuenta de que al llegar septiembre seré yo quien abandone mi pueblo y el verano, y emprenda el camino que me aleje de este paraíso y me conduzca a la ciudad que habito.

Entonces buscaré en mi particular playlist mi canción, la buscaré entre la niebla amable de los adioses, en el archivo sonoro de la memoria, en el latido preciso de las emociones que crecieron conmigo, y aguardaré a que en el horizonte se dibujé otro agosto, y a que a la plaza vuelvan las verbenas, y a que una orquesta que solo yo escucho interprete rompiendo la noche una versión instrumental de Summertime que me lleve en sus acordes al verano que puso la melodía sonora al código cifrado de mi nostalgia. Y volveré a escucharla de nuevo una y otra vez en la caja de música de mi cabeza. Oíd que bien suena Summertime.