El primer gran discurso sobre política económica pronunciado por la candidata demócrata a la presidencia de Estados Unidos, Kamala Harris, ha sonado muy distinto a los hasta ahora pronunciados por el candidato republicano, Donald Trump, quien no se ha caracterizado precisamente por evitar elucubraciones y tergiversaciones verbales.
Kamala Harris, la 49.ª vicepresidenta de Estados Unidos, ha adoptado desde el principio una posición moderada de centro, que da continuidad al programa original de Joe Biden, restaurando así la ampliación de desgravaciones fiscales por hijos, que en su día contribuyeron a reducir de un modo notable la pobreza infantil. Harris pretende complementarlas con más desgravaciones y otras medidas.
El premio nobel de economía Paul Krugman fue contundente en la evaluación que hizo de Kamala Harris en The New York Times: «Es moderadamente de centroizquierda. Y para los que se empeñan en considerarla comunista, lo siento, pero no lo es».
Antes, desde el 2017 al 2021, la candidata demócrata fue senadora y la funcionaria de más alto rango elegida en la historia de Estados Unidos. Ejerció como fiscala general de California entre el 2011 y el 2017, y el 20 de enero del 2021 se convirtió en vicepresidenta con Joe Biden, que había derrotado a Donald Trump.
En la actual circunstancia, Kamala Harris ha contado con el apoyo de las figuras más relevantes del Partido Demócrata y, en esta situación, afronta el momento de enfrentarse a Donald Trump con su reconocida reputación de «dura luchadora», como la calificó The New York Times.
A estas alturas, cabe decir que la campaña de Trump ha sido ya objeto de duras críticas por sus ideas y por sus partidarios conservadores, incluido el Proyecto 2025, configurado como un plan de la extrema derecha.
Los estadounidenses acudirán a las urnas el próximo 5 de noviembre y todo este debate arrojará por fin un vencedor. De momento, la contienda continúa y cabe decir que la posición de Kamala Harris ha mejorado. Pero las espadas aún siguen en alto.