Edmundo González Urrutia, candidato opositor a la presidencia de Venezuela, ha salido de su país para exiliarse en España. Lo hizo porque temió por su vida y porque sabe el significado de que el presidente Nicolás Maduro decretase que «las Navidades de este año comenzarán el 1 de octubre próximo», en agradecimiento y homenaje a sus conciudadanos.
Esta decisión se produjo después de que la Fiscalía ordenase la detención de Edmundo González por supuestos delitos relacionados con la publicación de las actas con las que la oposición denuncia que Maduro cometió fraude electoral. Y si algo busca el dictador con singular tenacidad es situar en el olvido un proceso electoral democrático que, según los datos difundidos, le fue adverso. Y justo después de las Navidades tiene previsto tomar posesión de su tercer mandato.
La oposición, encabezada por María Corina Machado y Edmundo González Urrutia, ha rechazado de plano los números del madurismo y los han desmentido con la publicación de las actas recopiladas por sus testigos o interventores de mesas. En este sentido, la alianza antichavista promete mantener la presión y confía en que, a partir de enero, las principales instancias de la comunidad internacional no reconozcan el mandato de Nicolás Maduro.
La deriva represiva del presidente venezolano está provocando un amplio rechazo internacional, en el que se suman Estados Unidos, la Unión Europea, la ONU y varios países de América Latina. Porque la orden de detención contra Edmundo González Urrutia ha provocado una ola de rechazo internacional. Aunque el Gobierno de Maduro ha logrado sortear en parte las sanciones económicas gracias al apoyo de Rusia e Irán. No obstante, el futuro aún no parece que esté escrito.