
Ya que Ana Pontón va a asistir a la toma de posesión de la nueva presidenta de México, la judía Claudia Sheinbaum, yo le propongo que pida perdón en nombre de los gallegos, así por lo menos nosotros nos quitamos de encima ese marrón, y ya lo dejamos hecho. Yo si fuera ella, durante el piscolabis donde se sirven cervezas y caballitos de tequila me acercaría en un aparte a Amlo, y le diría:
—Andrés Manuel, oye, tienes que perdonar.
—¿El qué?
—Hombre, lo de la conquista y eso.
—Ahhh, eso, pues vale, te perdono.
—Bueno, pero lo pido también por mis paisanos gallegos.
—¿Pero gallegos no son todos los españoles?
—Noooo.
—¿Y cuántos son?
—No llega a tres millones.
—Bah, ni la tercera parte de los habitantes de Ciudad de México. De acuerdo, los perdono también a ellos.
Así, en la próxima aparición pública del caudillo o de su delfina, al exigir de nuevo las disculpas de España, añadirían:
—Menos Galicia, que ya está perdonada.
¿Se imaginan la cara que se les iba a quedar a los catalanes y los vascos?