En pleno otoño, recuerdo con morriña este verano de planes familiares, como la Rapa das Bestas. Es una de esas fiestas que cuando vas te preguntas por qué has tardado tanto tiempo en acercarte a conocerla. Impresiona. Hombre y bestia mano a mano. Es una tradición que se remonta más de 450 años y se celebra cada mes de julio en la parroquia de Sabucedo (A Estrada). Durante tres días se bajan del monte los caballos de Pura Raza Gallega, herencia de los celtas; con mimo los conducen hasta el curro, allí más tarde les cortarán las crines y los desparasitarán. Se pueden imaginar que no es fácil que más de 200 caballos salvajes se presten a la faena. Para ello, los aloitadores (los luchadores, los que se encargan de inmovilizar a las bestias), se organizan en grupos de tres donde cada uno tiene una tarea concreta: uno sujeta al caballo por la cola, otro le tapa la cabeza y otro salta sobre su grupa para dominarlo.
Es un ejercicio de sincronía y trabajo en equipo espectacular. Cuando eligen un caballo, solo esos tres intervienen; los demás están pendientes, pero, si uno cae o tiene dificultades, rápidamente todos los demás aloitadores hacen un círculo a su alrededor para protegerlo, mientras que el mar de caballos se desplaza en una armonía sin igual.
Lo inesperado siempre está presente. Un descuido puede salir muy caro. Un caballo puede reaccionar de manera impredecible en cualquier momento, por lo que los aloitadores precisan de una capacidad de respuesta rápida y efectiva ante lo inesperado, manteniendo la calma en medio del caos y una gran confianza mutua.
Es más que una celebración cultural. Es una lección viviente de trabajo en equipo y reacción ante los imprevistos para la vida corporativa. Imaginemos una situación compleja y, desgraciadamente, cada vez más habitual, como un ciberataque masivo (o, sin ir más lejos, el fallo del mes de julio de CrowdStrike que colapsó medio mundo). De repente, los sistemas de la compañía se ven comprometidos. La magnitud y la rapidez del ataque requieren una respuesta inmediata y coordinada. El equipo de respuesta actúa como los aloitadores, unos se dedican a contener el ataque neutralizando las amenazas en tiempo real, otro se enfoca a la comunicación interna y externa y un tercero se centra en la recuperación. Todos mantienen una comunicación constante. Además, el equipo de recuperación adapta sus estrategias en función de la evolución del ataque, y si a uno de ellos les surge un imprevisto todos se reúnen para proporcionar apoyo y redistribuir recursos.
La próxima vez que te enfrentes a una situación inesperada, recuerda a los aloitadores de Sabucedo y su mar de caballos. Rememora su sincronía, su trabajo en equipo y su habilidad para adaptarse y protegerse mutuamente. Y tal vez, al igual que ellos, tú también podrás convertir un reto en un éxito