Sobre impuestos y lamborghinis

Santiago Calvo
Santiago Calvo EL LIBERAL

OPINIÓN

AFP7 vía Europa Press | EUROPAPRESS

08 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Lo malo que tiene la retórica populista es que es difícilmente rebatible debido a la ausencia del empleo de argumentos razonables en su discurso. Querer menos lamborghinis y más transporte público es un eslogan bonito. Pero nada más. No sé de qué manera los 34 vehículos de la marca de lujo italiana matriculados este año pueden contribuir a mejorar el estado de la red de carreteras o a reducir las múltiples incidencias de Renfe.

Siguiendo la línea argumental del presidente del Gobierno, bajo su mandato España ha sido el país en el que más ha aumentado la presión fiscal en toda la Unión Europea. Al mismo tiempo, el nuestro se sitúa en el podio de países europeos con mayor porcentaje de personas en riesgo de pobreza o exclusión social. Y es que lo que sí es rebatible es poner en el punto de mira a los que tienen dinero para vivir 100 vidas y así proteger a la clase media.

El error reside en centrarse en la presión fiscal como una variable objetivo. La presión fiscal mide el porcentaje de ingresos públicos como porcentaje de PIB. Uno podría sentirse tentado a aumentar los impuestos para aumentar esta ratio. El problema es que el PIB, es decir, lo que producimos a lo largo de un año, también se puede ver afectado por los movimientos del numerador. A mayor esfuerzo fiscal, los ciudadanos y empresas podrían acabar produciendo menores bienes y servicios y la recaudación fiscal acabaría cayendo.

Por eso, los mejores sistemas fiscales no son los que se centran en aumentar impuestos, sino los que tratan de favorecer la creación de riqueza y empleo que contribuyan a sostener las cuentas públicas. Esto es lo que se conoce como tener un sistema impositivo de base amplia. Gravar a muchos individuos porque son partícipes de la economía productiva al mismo tiempo que su esfuerzo fiscal es reducido.

Y en esto, España lo hace relativamente mal. Nuestra renta per cápita es el 88 % de la media comunitaria. En los últimos 15 años tan solo ha crecido un 4,2 %. En el mismo período de tiempo, la vecina Portugal lo ha hecho en 10 puntos más. En los próximos 35 años, la OCDE estima que solo cuatro economías van a tener un crecimiento de su PIB por habitante inferior al nuestro. La falta de inversión, y, por lo tanto, de ahorro, es uno de los factores que explica que nos vayamos a tener que comparar con Rumanía en el 2060.

Y este es el verdadero fracaso de nuestra economía. El considerar que la única manera de que se pueda lograr el progreso de las clases medias es a través de juegos de suma cero en los que lo que pierden unos lo ganan otros, y viceversa. Frente a una redistribución clientelizadora, lo que precisamos son reformas estructurales que pongan la alfombra roja a quien produzca y genere empleo. No hay manera más progresista de gobernar. Esa es la manera de proteger a las clases medias.