España, tercer mundo

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

BIEL ALIÑO | EFE

05 nov 2024 . Actualizado a las 12:08 h.

Tenemos que pasar ya de la lógica rabia a la acción. Ya está bien de echarse las culpas unos a los otros. Esta España polarizada va a acabar con nosotros. Valencia no parece España. Ya está escrito. No parece Europa. No parece el primer mundo. Parece una provincia del tercer mundo, con todo el respeto por los países donde se levantan por la mañana y conviven con el hambre, el dolor y la miseria. Valencia, al nivel de territorios que, por desgracia, siempre figuran en los ránkings de los Estados con el PIB per cápita más bajo, como Burundi, con apenas 280 euros por habitante. España está en el lugar número quince del mundo y su renta por habitante es de 30.970 euros. Dato del año pasado. Nada que ver.

Pero, durante seis días, en muchos pueblos valencianos, en un área de más de 300.000 habitantes, ha parecido todo lo contrario. Que España era un país fallido. Que la manida frase de que estamos entre los Estados más ricos de Europa era una falla, pura pirotecnia. Que los números mienten. Que nuestras autoridades no han estado ni de lejos a la altura de las circunstancias. Es como si la dana nos hubiese afectado a la capacidad de acción, a los cerebros. Hemos reaccionado tarde y mal. Fatal. Así pasó lo que pasó en la visita real, donde solo el rey Felipe VI y la reina Letizia aguantaron el tipo ante los disturbios de un pueblo desesperado por el abandono. Lo han perdido todo y además creen con razón que nos han perdido a nosotros, al resto de España, al resto de Europa.

No puede ser que hoy Bruselas haya vuelto a preguntar qué precisamos y que el ministro Albares no haya abierto la boca. Lo de Valencia es un apocalipsis. No una tragedia de mayor o menor rango. Pero ¿no lo vemos todos en las imágenes de los periodistas que sí llegaron y sí están a tiempo? Una cifra de muertos que todavía no sabemos cuándo se terminarán de contar. Todo arrasado. Se han quedado sin sus casas. Sin sus bienes. Los pueblos no existen. Son toneladas de barro que han tenido que limpiar con sus manos. A la intemperie. Sin luz, sin agua. Sin servicio para los móviles. ¿Dónde está la vicepresidenta Yolanda Díaz que corrió a Galicia a contar pélets en las playas y que para este desastre de cañas y barro solo se mostró con un tuit?

Ante este escenario dantesco tenemos dos presidentes, uno del Estado y otro de la autonomía, Sánchez y Mazón, que no paran de mirar el uno para el otro. Una pareja de hecho que ya es trágica. Su inacción en Valencia se los llevará por delante. No habrá perdón. No valdrán más juegos de palabras sobre la izquierda y sus valores en el caso de Sánchez. El mayor valor en política es proteger a tu pueblo, a tus ciudadanos, la solidaridad. Y el Estado y la autonomía los han dejado tirados. Un apocalipsis necesita medidas extraordinarias. Nos hacen sentir vergüenza a todos.