Cuñados del siglo XXI

Francisco Ríos Álvarez
francisco Ríos LA MIRADA EN LA LENGUA

OPINIÓN

MARCOS CREO

09 nov 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Quien más quien menos ha tenido la experiencia de participar en una reunión social en la que una persona lleva la voz cantante y parece saber de todo y tener la solución a cualquier problema. A ese sabiondo se le da desde tiempos recientes otro nombre, cuñado, quizá porque se ha atribuido a ese tipo de pariente aquel papel de sabelotodo cuando el escenario es una de las fiestas o las comidas en las que se reúne toda la familia. Alguien comenta, por ejemplo, que a fulanito le han diagnosticado el síndrome de X (aquí, el nombre impronunciable de un científico alemán) y de entre los comensales alza la voz alguien que les explica con todo detalle y sin rubor el futuro que le espera al doliente. Ese listo suele ser cuñado de alguno de los presentes, o al menos lo vemos como ese pariente carente de consanguinidad con nosotros.

Del éxito de esa nueva acepción de cuñado ya da fe su inclusión en la última edición del Diccionario del español actual, que lo define así: «Persona que habla con suficiencia sobre cualquier asunto, tratando de parecer más listo que los demás».

Cuñado es ante todo el hermano del cónyuge de una persona o el cónyuge del hermano de esa persona. También se le llama cuñado al concuñado, el cónyuge del cuñado. Las primeras apariciones de este sustantivo se documentan en cartas de mediados del siglo XIII. Procede del latín cognatus, ‘pariente consanguíneo’. El primer cuñado castellano era, sin embargo, cualquier pariente, sobre todo el miembro de la familia política. Con el tiempo se redujo a las relaciones de parentesco ya mencionadas como actuales. En su larga vida fue creando toda una familia léxica, buena parte de la cual ha caído en desuso: cuñadería, cuñadía, cuñadez, cuñadadgo y cuñadismo. Este último, el favoritismo hacia un cuñado, se ha mantenido vivo gracias al esfuerzo de algunos hombres públicos que pasaban por probos.

 En algunos países americanos también emplean cuñado como tratamiento afectivo entre amigos. Así lo usaba por aquí un desdentado humorista sevillano conocido como Risitas, muy popular por sus apariciones en televisión. Su cuñado, o cuñao, era el vocativo con el que se dirigía al interlocutor. Lo utilizaba sobre todo en los chistes, y cuando le brotaba su risa contagiosa alargaba la última o, que se confundía con su carcajada: ¡Cuñaooo!