Votaron a Trump porque quieren ser como él: macho alfa, rico y poderoso

Jorge Sobral Fernández
Jorge Sobral AL HILO

OPINIÓN

CONTACTO vía Europa Press | EUROPAPRESS

22 nov 2024 . Actualizado a las 09:39 h.

Tras días de reflexión atenta, y abundantes lecturas acerca del exitazo trumpista, creo haber recopilado explicaciones en diversidad suficiente para que sea ya viable un esfuerzo de toma de perspectiva sobre todo ello. Asumiendo el riesgo, claro está, inherente a cualquier ángulo que se elija para observar el fenómeno. Aquello tan cuántico de que al medir modificas lo medido es igual de cierto en el mundo de las grandes ciencias sociales como en el submundo de lo increíblemente pequeño.

A ver. Se ha dicho que las clases trabajadoras estadounidenses están depauperadas y, por ello, inmensamente irritadas. Que su poder de compra ha quedado estancado en el charco de muchos años atrás. Que el índice Gini que evalúa la desigualdad interna en las naciones, en EE.UU. está al nivel de muchos países tercermundistas. Que los ciudadanos de los Estados manufactureros sufren con gran frustración la renuncia a competir con los imbatibles precios chinos y la consecuente invasión de productos orientales.

Que las élites demócratas, generalmente de clase alta y formadas en las mejores universidades, se acercan a ellos sin bajarse al barro, y con una limitada capacidad para sintonizar con sus necesidades reales. Algo así como el entomólogo curioso que acerca su lupa a algún insecto interesante. Sería, una vez más, aquello de «es la economía, estúpido». Y seguro que algo hay de eso. Pero acabo de leer unos documentos publicados por la BBC en los que se afirma, recurriendo a fuentes de apariencia fiable, que con Biden el paro en EE.UU. es el menor desde 1939. Y que es cierto que con él ha habido algo mas de inflación que con Trump, pero en ningún caso como para que la diferencia provocase ahora reacciones que no provocó con aquel. O sea , tal vez lo que sí sea estúpido es intentar entender lo sucedido desde un reduccionismo economicista miope. Se ha dicho también que los demócratas han estado enzarzados en sus guerras culturales, en sus pijoprogres batallitas woke : aborto, minorías raciales, gay, trans, en vez de en las cosas de comer. Dudo seriamente de que las capacidades cognitivas de los ciudadanos medios no alcancen para atender a más de una sola cuestión. Incluso la gente más garbancera tiene registros un pelín más amplios. Todas esas explicaciones, y otras que ya no caben aquí, tienen a mi modesto juicio, algo de cierto. Todas iluminan alguna porción del pastel. Pero, y ahí va mi objeción fundamental: con Trump, para votar a Trump, para seguirle con la devoción de tantos, hace falta más, mucho más. El señor es rico, mucho. Sus amistades lo son también; incluso más que él, y le comen en la mano. Trump es impúdicamente machista. Sus frases respecto a que nada le ocurriría si tomara a cualquier mujer por sus genitales en la Quinta Avenida, o que igual impunidad tendría si se pusiera a disparar un rifle en tal icónico lugar, simbolizan mejor que muchos textos académicos el prototipo del macho alfa, espalda plateada y pecho al que palmear en exhibición de poderío, dominancia. Aviso a transeúntes. Ese hombre que haría las delicias del gran E. O. Wilson, padre de la sociobiología. ¿Un antivacunas al frente de sanidad? ¿Un petrolero al frente de energía? ¿Un zorro cuidando a las gallinas? Porque yo lo valgo. Ese hombre al que el poder, el sexo y el dinero, grandes motores de la humanidad, se le deben y gratis, por derecho divino, convertido en derecho natural, y, en ultimo término, en un derecho idiosincrático: solo para él y otros como él. Y desde ese púlpito en el que los deseos y frustraciones ajenas te sitúan, di lo que quieras, miente hasta hartarte, inventa realidades alternativas, fabrica bulos a más ritmo que los haitianos devoran gatos, qué más da. Muchos seguidores de Trump le votan y hasta le idolatran, porque piensan como él sobre diversos asuntos. Seguramente. Incluidos esos inmigrantes que buscan el perdón de su pecado original. Y esas mujeres que buscan refugio ante las «exigencias» de la igualdad y los nuevos roles. Pero, sobre todo, le votan porque quisieran ser como él, porque admiran en él ese «yo» anhelado con el que nunca se encontrarán. Pero no renuncian a la búsqueda. Y, mientras, votan a sus fantasías de poder, y sueñan con ver a Trump al encararse con su espejo. Personas.