Del 11 al 13 de noviembre se celebró en Quito el congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española. Allí se presentaron las segundas ediciones de la Nueva gramática de la lengua española (NGLE) y del Diccionario panhispánico de dudas (DPD). Son revisiones y ampliaciones de las primeras. El principal problema que se presenta a los interesados en el contenido de estas extensas obras es que no tienen forma de detectar lo que se ha cambiado y lo que hay de nuevo en ellas. Es como cuando cada año por estas fechas se actualiza el Diccionario de la lengua española. La Academia difunde solo una muestra más o menos extensa de los cambios, pero no pasa de ahí, de ser una muestra. Renuncia a proporcionar una información completa o herramientas que facilitarían que la persona interesada se pusiese al día sobre los cambios de criterio y de normas.
En el caso del Diccionario panhispánico de dudas, nos preguntamos qué habrá sido de las numerosas recomendaciones que se hacían en su primera edición, muchas de las cuales no se vieron refrendadas posteriormente en las actualizaciones del Diccionario de la lengua española. ¿Se mantienen ahora algunas como recomendaciones? ¿Se da marcha atrás en otras propuestas? ¿Cuáles dejan de serlo y pasan a formar parte de la doctrina académica?
El director del DPD dio una pista sobre una de las novedades cuando presentó en Quito la segunda edición, cuya versión definitiva aún no ha sido colgada en la red y que aún tardará meses en aparecer impresa. Allí confirmó que se han reconsiderado algunas de las recomendaciones de la primera edición. Mencionó concretamente las que se refieren a la formación del plural de préstamos recientes terminados en consonantes habituales en posición final de voces patrimoniales españolas. Una nota de la RAE dice que en la primera edición se recomendaba para estas voces el plural en -es: másteres, chándales, pírsines, etcétera. Esa apuesta por el plural en -es se basaba en la existencia de precedentes en otros préstamos ya asentados (revólveres, líderes, cócteles, mítines...), lo que hacía prever —dice— que los nuevos préstamos de ese tipo se acomodarían sin dificultad a esa misma pauta. Añade la Academia que, «sin embargo, en los años transcurridos desde la publicación de la primera edición del DPD, esa previsión no se ha confirmado enteramente y se observa una marcada tendencia al plural en -s. De ahí que en la mayoría de los casos se reconozcan ahora como válidas ambas formas de plural en este tipo de préstamos (másteres y másters, por ejemplo), abriendo la puerta a que sea finalmente el uso de los hispanohablantes el que, con el tiempo, determine cuál de las dos formas acaba prevaleciendo».
Este planteamiento nos hace recordar a un antiguo periodista y excelente escritor al que sus compañeros de la redacción solían consultarle sus dudas sobre léxico: «Fulano, ¿x o y?». Su respuesta más frecuente era un «valen las dos». La «marcada tendencia al plural en -s» nos da una idea de la forma que los hispanohablantes harán prevalecer. Quizá si se insistiese, sobre todo en la enseñanza y en los medios de comunicación, en lo que se considera más acorde con las pautas del español culto, se lograría que se asentase. Será duro ver a los alumnos de los másters vistiendo chándals o luciendo pírsins.