Bosé o no Bosé

Mariluz Ferreiro A MI BOLA

OPINIÓN

JOSÉ OLIVA EUROPAPRESS

01 dic 2024 . Actualizado a las 16:24 h.

 Bosé o no Bosé. Esa es la cuestión. Si es más noble para el alma soportar las pedradas del cantante en sus últimos años o armarse contra su conspiranoia y romper con el mito. Miguel Bosé acaba de anunciar una nueva gira. Y, automáticamente, nace el dilema. ¿Alguien que defiende la ciencia irá a un concierto de un negacionista? ¿Es peor este tipo de censura o el aplauso incondicional más allá de los principios? Quizás opte por la absolución una buena parte de una generación marcada por un artista magnético, tan rompedor en su día como arcaico hoy en gran parte de sus reflexiones. Son esos que dejan que la nostalgia les acaricie la espalda y les susurre al oído, porque todos tenemos un poco de derecho a esos cachitos de pasado. Son los mismos que disfrutaron ese documental brutal que abría en canal a la familia Dominguín-Bosé y que comprendieron que ese camino tan retorcido ha conducido hasta aquí al protagonista. Parece que los más reacios al perdón son los jóvenes, los que no vivieron aquella fiebre primero adolescente y luego adulta del Te amaré y el Bandido; los que ni siquiera eran un proyecto de sus padres cuando el cantante se ponía faldas; los que no quieren fronteras entre el artista y la persona.

Como suele ocurrir en tantas cosas de la vida, existe una tercera vía, que añade una nueva puntada con este mismo hilo: aquellos que son capaces de perdonarle los pecados a Miguel Bosé, pese a reconocerlos, pero que no podrían ser testigos de su declive en directo, de su agonía artística. Un Bosé magufo les parece regular. Un Bosé arrastrándose por el escenario les resulta insoportable.

Bosé o no Bosé. El diablo se ha escapado. Otra vez.