Según Paul Krugman, premio Nobel de Economía y comentarista político en The New York Times, se avecina una gran guerra comercial, fundamentalmente porque «China se niega a actuar como una superpotencia económica responsable» y también porque «es posible que Trump sea el peor para dirigir la política estadounidense en las turbulencias que probablemente se avecinan».
Según el citado premio Nobel, China es «el mayor éxito económico de la historia», pasando de ser un país muy pobre a que su economía se disparara tras las reformas iniciadas en 1978. Se ha convertido así en una nación que exporta un billón de dólares más de lo que importa. Lo que define una gran guerra comercial, porque el resto del mundo no aceptará pasivamente esos superávits chinos.
China es una autocracia que no comparte los valores democráticos y, en consecuencia, se estima que permitirle que domine sectores esenciales desde el punto de vista estratégico es un gran riesgo. El presidente Biden ha seguido con discreción una línea dura con China, manteniendo los aranceles y tratando de limitar sus avances en nuevas tecnologías. Esta es también la razón por la que la Unión Europea impuso aranceles elevados a los vehículos eléctricos fabricados en China, lo que puede ser el principio de un conflicto comercial ampliado.
Quizá Donald Trump, ante una guerra comercial que ya ha empezado, solo añadirá —según Krugman— «ignorancia, falta de enfoque y posible amiguismo. Ah, y credulidad». Es decir, Trump hará que aumenten los costes para muchas empresas estadounidenses y se enemistará con aliados que deberían ser parte de una respuesta común. Porque China seguirá impulsando el desafío comercial.
La conclusión del Nobel Krugman es que los Estados Unidos han elegido al que quizá será el peor líder para gestionar el conflicto. Con la Unión Europea expectante y aún en silencio.