Entrego mis artículos a La Voz de Galicia bajo el cliché «Cuando estalle el mundo» en homenaje a don Salvador de Madariaga, que había publicado su primer artículo para la Atlantic Pacific Press Agency de Chaves Nogales, en 1943, bajo el título «Cuando estalle la paz». La humanidad se encontraba sumida en el mayor conflicto de su historia, la Segunda Guerra Mundial. Nuestro gallego universal apuntaba hacia «el principio de su agotamiento», igual que hoy sucede con la guerra en Ucrania. Entonces, la gente se preguntaba si saldríamos del caos y qué mundo tendríamos cuando estallase la paz.
El mundo ha entrado en el 2025 en una suerte de equilibrio inestable entre una paz que no estalla y una guerra que no escala. Ciertamente, la agresión rusa del 2022 no escaló a una guerra mundial como la agresión alemana de 1939, pero también es cierto que durante más de dos años la Segunda Guerra Mundial no fue una guerra mundial, sino una guerra europea. Agresiones como la de Hitler o la de Putin desencadenaron efectos mariposa o efectos dominó de consecuencias tan peligrosas como impredecibles.
Hemos llegado al 2025 con una insólita e inquietante jerarquía de poder internacional. EE.UU., muy fuerte y en manos de Trump. Europa, en decadencia económica, política y demográfica. China, en una encrucijada económica y geopolítica. Rusia, empantanada en Ucrania. La OTAN, revitalizada. Oriente Medio, entre dinámicas genocidas y de cambio de rumbo histórico. Todo ello unido al ritmo galopante de la inteligencia artificial, del gasto militar, del cambio climático y del autoritarismo, con Venezuela y sus adláteres como epítome de la decadencia democrática.
Como diría Madariaga, habría que ser quiromante, estrellero o charlatán para aventurarse a decir lo que pasará en el 2025, pero sin duda marcará varios hitos en la escena internacional. Se habla mucho del fin de la guerra de Ucrania, de la paz en Oriente Medio, del crecimiento económico o de la eclosión de la IA y de las criptomonedas. También persisten los temores a nuevas crisis y nuevos conflictos, incluso de gran escala. Recuerden la críptica portada con la que nos sorprendió The Economist para ilustrar su The World Ahead 2025.
Probablemente, ni el mundo ni la tercera guerra mundial estallarán en el 2025, y podremos conmemorar el 80 aniversario del fin de la segunda. Preguntémonos qué hicimos bien para evitar una tercera guerra mundial durante ochenta años, y qué estamos haciendo mal para deteriorar nuestro mundo actual. Quizá lo único seguro para el 2025 sea la democracia a la deriva en un mundo cada vez más inestable, y la desaparición de los anillos de Saturno.