Seguro que más de un lector se ha preguntado cómo es posible que una comunidad como la valenciana, con más de cinco millones de habitantes e importantes polos de desarrollo, esté gobernada por los señores que han salido a la palestra con motivo de la dana del pasado día 29 de octubre.
Dejando al presidente para el postre, el Gobierno valenciano estaba formado por un consejero de Educación que no hacía honor al título, una responsable de Emergencias que desconocía los procedimientos para su declaración, y una señora que decía a quienes buscaban a sus familiares que se fueran para casa, que ya les avisarían, por citar solo a algunos.
El presidente, que ahora entrega llaves de pisos y contratos a empresas de la Gürtel, es básicamente un incompetente que el día en que su presencia era inexcusable se fue «a lo suyo», mintiendo al menos tres veces sobre dónde se encontraba. Para blanquear su mancha, después de rechazar a la Unidad Militar de Emergencias, contrató a un exmilitar al que subió el sueldo, que va a reconstruir la Comunidad Valenciana con un traje de Indiana Jones.
Este es el cartel de presentación de los gestores del Gobierno valenciano y la pregunta es obvia: ¿cuál ha sido el criterio de selección por parte del Partido Popular para esta broma? Pues bien, trataré de explicarlo, pero vaya por delante que, aunque existen excepciones en el propio Gobierno, han permanecido calladitos.
En el anterior Gobierno del PP, los había altos y bien plantados, siempre estaban morenos y se paseaban en los yates de sus amiguitos del alma, a los que querían un montón. Era una derecha supermaqueada, al menos eran elegantes.
Cuando perdieron las elecciones decidieron apostar por la mediocridad para no recordar la visita del papa, con 19 condenas judiciales, la rama valenciana de la Gürtel, las regatas y la fórrmula 1 y, la verdad, acertaron. Decidieron poner una pizca de sal en este nuevo renacer e inventarse lo de Mónica Oltra, sabiendo que era falso, como inicio de su nueva política.
Ahora, 103 cuerpos sin vida, sobre un total de 218 fallecidos, fueron hallados en las plantas bajas de las viviendas (68) y en los aparcamientos y sótanos (35). Un solo mensaje en la mañana del día 29, trasladando la alerta de la Aemet y pidiendo a la población que subiera de piso o saliera a casa de un vecino en caso de vivir en una planta baja, hubiera salvado muchas vidas.
No vale ahora discutir, echarse la pelota unos a otros: de la confederación hidrográfica o el Gobierno central, a la ministra responsable de cambio climático. Por más que lo inventen, la mañana del día 29 no había pelota que jugar y las responsabilidades estaban claras, pero, como otras veces, lo hicieron mal.
Espero que los ciudadanos les pasen factura y que el señor Mazón se vaya antes de las Fallas, porque quemado ya está de por vida. Una vez más, no se iban a morir igual.