Phoebe intenta hacernos olvidar que sigue siendo, y siempre será, Phoebe en nuestros corazones convirtiéndose en una pianista en crisis con el nuevo papel que Lisa Kudrow interpreta en Fachadas, de Netflix. Es una serie corta y de episodios breves, de esas que se devoran fácilmente gracias a una fórmula efectiva y testada tantas veces en la ficción: la de descubrir el cómo, el quién y el porqué de una muerte en una historia de vidas cruzadas.
Fachadas demuestra lo mal que anda el mercado inmobiliario también entre los ricos. Igual que para alquilar un piso medio en cualquier ciudad hoy en día hay que pasar muchos filtros y confiar en un golpe de suerte, en esos lujosos barrios residenciales que rodean Los Ángeles, hoy tristemente calcinados por el fuego, el anhelo de comprar casa también lanza a la clase privilegiada a una carrera contrarreloj. La protagonista y su marido organizan una jornada de puertas abiertas para poner a la venta su mansión de estilo español, pero quieren encontrar al comprador adecuado, a alguien que merezca el privilegio de quedarse con una vivienda que, por fuera, promete ser maravillosa y, por dentro, alberga muchas historias, algunas buenas y otras no tanto. La de Lydia y Paul es una familia que oculta secretos y un pasado oscuro que se va desenredando en una comedia negra que evoca a Puñales por la espalda, con humor, intriga y giros de guion para disfrutar.