«Profesores, policías y sanitarios sin defensa en una sociedad sin valores morales»

OPINIÓN

Cabalar | EFE

08 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Cachorros

El último episodio de violencia contra los profesionales de la medicina es algo anunciado y que no cesará si no acudimos al nudo del problema: la educación y la justicia. La primera es una farsa en España. Un conglomerado de normas que lo mezcla todo, pero nada claro. El mensaje es obvio: tu libertad y tus derechos por encima de todo. Nadie puede obligarte a nada porque no habrá castigo. Aquí entra el segundo, la falta de responsabilidad. El mensaje progre que reniega de algo esencial para vivir: la experiencia. Si algo odian es la autoridad y esa es la raíz del problema que tenemos como sociedad. Que se lo pregunten a los profesores, a los funcionarios o las fuerzas del orden y, dolorosamente, también a los sanitarios. A ninguno de ellos se les concede la posibilidad de defenderse en una sociedad sin valores morales ni educada en humanismo, manantial del que tendría que brotar el espíritu ciudadano. Los experimentos que tanto gustan a los apóstoles del buenismo son algo harto peligroso para la sociedad, porque huyen de cualquier certeza para cuestionarlo todo sin ninguna argumentación más allá de una libertad quimérica para la que, precisamente, el ser humano debe estar muy cimentado.

Hemos cambiado a Dios por internet y eso no hay cerebro que lo resista, ni alma que lo sostenga. La pérdida de influencia de la Iglesia en la sociedad, siendo positiva, no puede ser para poner en su lugar a un influencer, porque las necesidades espirituales del ser humano siguen siendo las mismas a lo largo de la historia. El error es pensar que seamos distintos a los que poblaron el planeta en la Edad Media desde el plano humano y que, por tanto, podemos prescindir de todo aquello que sustenta nuestra apabullante vulnerabilidad. Solo recuperando valores, disciplina y respeto a la autoridad podremos devolver a la sociedad una calma y un orden sin los que ya no podemos convivir. Sin ellos, un pequeño, tierno y entrañable cachorro también nos mordería. Juan C. Mella. A Coruña.