Parece que fue ayer, Galicia

Xose Carlos Caneiro
Xosé Carlos Caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

PACO RODRÍGUEZ

17 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Parece que fue ayer y, sin embargo, ya ha pasado un año. Aquel 17 de febrero del 2024 no fue un día como otro cualquiera. En las sedes de los partidos políticos corrían los nervios como lepidópteros, mariposas o polillas, endiablados. Iban de aquí para allá. Unos preparaban a sus apoderados y representantes en las mesas electorales. Otros ofrecían las últimas consignas. Todos, sin excepción, arengaban a los suyos para que no se perdiese ni un solo voto. Y, con toda probabilidad, no se perdió voto alguno en la jornada siguiente. La izquierda se fue a treinta y cuatro diputados; el centro derecha, a cuarenta y uno. El BNG obtuvo el mejor resultado de su historia, y también su mayor fracaso. El PSdeG no contaba bajar hasta los infiernos, pero una vez en el pozo ya solo cabe ahogarse si no hay una cuerda donde amarrar las manos. El vencedor rotundo de aquellas elecciones, fiel a su carácter cauteloso, no se deshizo en alharacas. Dijo que había que seguir trabajando. Porque eso es lo que ha hecho Alfonso Rueda desde que está en la Xunta: laborar y trajinar, unas veces con efectos públicos y otras, las más, en el humilde anonimato. Su victoria fue tajante. Es el líder del PP de Galicia, incontestable y respetado. Sus rivales no lo son tanto: ni incontestables, ni respetados por los suyos. Quizá pueda parecer otra cosa cuando observamos sus congresos o asambleas. Ana Pontón ha sido reelegida; Besteiro, fiel a Sánchez, no va a tener problema alguno por esa misma razón: su lealtad a Sánchez (ese es el único motivo, el único, por el que sigue ostentando la secretaría general). Nueve diputados para el PSdeG, veinticinco para el BNG. Las encuestas de Sondaxe, que son las que aciertan, dicen que no se ha movido nada. Si se celebrasen elecciones, el PP de Rueda volvería a obtener mayoría absoluta.

Llegados a este punto, convendría recordar aquel momento histórico para la autonomía. Y digo histórico porque desde los altavoces progresistas no dejaban de anunciar la caída del PP. Compilar un florilegio de comentaristas, opinólogos, en aquellos días sería didáctico. Incluso recordar los pellets en las playas y a los que quisieron convertir aquello en un nuevo Prestige (ahora le toca a Altri). La izquierda no nacionalista, que fue mayoritaria en Galicia, se volcó con el BNG. Era la única posibilidad de sacar a los populares de la Xunta. Sin embargo, algo falló. Falló la perspectiva. La izquierda, es mi impresión, mira en corto. Faltan las luces largas para construir estrategias que funcionen aquí (en el resto de España, contrariamente, sus tácticas son magistrales). No supieron ofrecer nada mejor de lo que Rueda ofrecía: serenidad, laboriosidad, decencia. Perdieron su oportunidad. A Besteiro no le importará demasiado (seguirá mientras Sánchez siga); sin embargo, Ana Pontón ya escucha las trompetas del apocalipsis. Los que ordenan en el BNG, los admirables mandatarios de la UPG, lo saben.