Europa está sola

Iago Bañobre Couce ABOGADO EXPERTO EN DERECHO EUROPEO EN LUXEMBURGO

OPINIÓN

TOMS KALNINS | EFE

18 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Los consensos liberales nacidos del final de la Segunda Guerra Mundial ya no existen, han durado 80 años, que viene a ser más o menos la expectativa actual de vida de un varón español. Habrá a quien le parezca suficiente. Las instituciones internacionales multilaterales tampoco existen, hay gente trabajando en ellas y haciendo cosas, pero no se dejen llevar por las apariencias, no existen porque son irrelevantes. En Europa varias generaciones han vivido con prosperidad —algunos llegamos tarde—, paz y complacencia. Esos días se han terminado. Nuestros hijos vivirán la mayor parte de sus vidas en un mundo diferente, todo parece indicar que más inestable, más incierto y más inseguro que el que dejamos atrás, y también menos próspero.

Hace varias semanas, la presidenta de la Comisión Europea, Von der Leyen, se refería a los cimientos del statu quo sostenido durante las últimas décadas y que ahora se derrumba: mano de obra barata china, gas ruso y seguridad y defensa subcontratadas a Estados Unidos. China es un socio comercial poco fiable, el gas ruso ha dejado de fluir y Estados Unidos está inmerso en un proceso de combustión interna que amenaza con llevarnos a todos por delante.

El día 12 de febrero del 2025 fue una fecha importante, explicitó el giro más significativo de la política exterior americana desde 1945, esa que se basa en las alianzas atlánticas y la consideración de la Unión Soviética, y posteriormente Rusia, como principales amenazas a sus intereses estratégicos.

Varias cosas sucedieron ese día. Donald Trump consideró pertinente llamar a Vladimir Putin para tratar sobre el final de la guerra en Ucrania, el hecho de que no hubiese ningún ucraniano invitado a la llamada nos da alguna pista de por dónde van los tiros.

Ese mismo día, Pete Hegseth, el nuevo secretario de Defensa estadounidense y anterior presentador televisivo de la cadena Fox, advertía a los ucranianos (y por extensión a lo europeos) de lo siguiente: Ucrania no va a volver a tener las fronteras que tenía antes del 2014 cuando Rusia invadió Crimea, aceptando por lo tanto que la soberanía territorial ucraniana es negociable; Ucrania no va a ser un miembro de la OTAN, aceptando de antemano una de las exigencias principales de Rusia; Ucrania es cosa de los europeos, no habrá tropas estadounidenses involucradas en ningún proceso posbélico y mucho menos para garantizar la seguridad europea ante la amenaza rusa.

Por si no fuese suficiente, el Senado confirmó el nombramiento de Tulsi Gabbard como responsable de la inteligencia estadounidense. Las simpatías de Gabbard hacia Rusia son bien conocidas por las agencias de inteligencia europeas.

Ese día, los europeos confirmamos lo que veníamos temiendo desde hace algún tiempo: que estamos solos. Hoy difícilmente se puede considerar a Estados Unidos un aliado y los europeos deben cuestionarse si la OTAN tiene utilidad alguna en este estado de cosas. Rusia ha confirmado que las guerras de invasión le son rentables. Su teoría es que en algún momento alguien se sentará a negociar con ellos y podrán así consolidar total o parcialmente las ganancias territoriales conseguidas por la fuerza. Es cuestión de tiempo que Rusia vuelva a poner en práctica su teoría. La proliferación nuclear vuelve a tener sentido para algunos como garantía para no ser el próximo objetivo.

La UE ha perdido mucho tiempo, eran variados los indicios de que esto podía ocurrir, y no parece que nos hayamos preparado para esta eventualidad. Se han hecho avances importantes en autonomía energética, y en el plano comercial la UE tiene numerosos recursos para salir airosamente de esta tesitura, pero en seguridad y defensa Europa tiene un problema notable. Por poner las cosas en orden, Europa tiene los recursos económicos y la capacidad tecnológica e industrial para desarrollar su autonomía militar, lo que no ha tenido hasta ahora es la voluntad política.

Josep Borrell decía, como representante de la política exterior europea, que si no estás sentado a la mesa es porque entonces eres parte del menú.

Para poder estar sentados a la mesa tendremos que invertir más en armamento. Cómo seguir financiando hospitales, educación e infraestructuras mientras construyes destructores, tanques y Eurofighters. Es el reto que tenemos por delante.