Múnich 2025: crónica de una ruptura unilateral anunciada

José Ángel López Jiménez PROFESOR DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO Y RELACIONES INTERNACIONALES, UNIVERSIDAD PONTIFICIA COMILLAS (ICADE)

OPINIÓN

MABEL R. G.

19 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Trump y su particular visión de las relaciones internacionales han contribuido a escenificar una reunión distópica de la cumbre anual de Múnich. Su vicepresidente Vance ha aterrizado en el corazón de Europa para dar lecciones de democracia y libertad, y para avisar a la Unión Europea de que nuestro principal desafío y riesgo en materia de seguridad regional no es Rusia, sino nuestros principios y valores que están confrontando con los norteamericanos (sean los que sean, por cierto). Confundir el todo con la parte es el origen de los populismos más rancios.

Resulta que Trump ha decidido que la tradicional alianza trasatlántica hay que sustituirla por la conversión de Estados Unidos en mediador de parte en la finalización de la agresión de Putin contra Ucrania ¿Qué tiene Putin que motiva a Trump a apoyar sus ambiciones neoimperialistas?

Estados Unidos ha apoyado económicamente a Ucrania de forma muy similar a la europea (64.000 millones de euros frente a 62.000) para defenderse de una guerra que, de cerrarse en falso, amenaza con tener episodios adicionales. Sin embargo, se pretende llegar a un cese de las hostilidades (no a un acuerdo de paz) que beneficie al agresor y destroce al agredido, exigiendo la celebración de elecciones presidenciales en Ucrania y negando la posibilidad de adherirse a la OTAN.

Excluir a la Unión Europea del evidente protagonismo que tiene que tener en las negociaciones, o hacerle pagar los costes de la reconstrucción de Ucrania, de su futura adhesión a la Unión Europea, o del despliegue de fuerzas armadas de interposición ante un eventual cese de las hostilidades, no corresponde a Estados Unidos. Por mucho que se arrogue ese papel que nadie le ha otorgado. Eso sí, la explotación de los minerales raros que atesora Ucrania (como Groenlandia, el control del Canal de Panamá, o la anexión de Canadá) son competencia de Trump. Por el conocido principio de Derecho internacional (Loreal): porque yo lo valgo.

El matonismo dialéctico de la nueva Administración trumpista en lo político, en lo comercial y en las relaciones diplomáticas resulta inédito. ¿Cómo es posible que Estados Unidos se haya alineado con el eje de los estados más refractarios al ordenamiento jurídico internacional? La retirada de los Acuerdos de París sobre el cambio climático o de la OMS refuerza el rechazo al multilateralismo, reforzando el bilateralismo asimétrico en el que Estados Unidos puede ejercer una mayor presión.

La Unión Europea lleva ensimismada muchos años. Ha llegado el momento de hacerse mayor y emanciparse. Pasar de los textos a los actos, y que la autonomía estratégica en materia de defensa se materialice. Si la OTAN pasa a ser un instrumento aparcado en la estrategia norteamericana no descartemos que Putin mire hacia las Repúblicas Bálticas o hacia la totalidad de Ucrania en poco tiempo.

El desorden internacional actual, acompañado del auge de los populismos de todo tipo y condición empiezan a recordar trágicamente al período de entreguerras mundiales del pasado siglo XX. Definitivamente no aprendemos de las enseñanzas de la historia.