Desintoxicación digital ya

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

Un grupo de personas utilizando sus móviles
Un grupo de personas utilizando sus móviles

02 mar 2025 . Actualizado a las 14:54 h.

Empezó en Ámsterdam. Ilya, Valentijn y Jordy fueron los fundadores. Es un movimiento que se llama Offline y que organiza actos para fomentar la desconexión digital. El objetivo es que dejes el móvil, aunque sea por unas horas. El tiempo de consumo de las pantallas al día es brutal. No para de crecer. Ya no vemos el mundo a través de nuestros ojos. Lo hacemos a través de las aplicaciones y las redes del móvil, que es nuestra tercera mano. Los padres quieren controlar a sus hijos las horas de exposición, pero ellos mismos no les enseñan con el ejemplo, que es la única manera de educar. Les dicen: yo lo uso por el trabajo, pero muchas veces es mentira. Están, estamos, tan enganchados como ellos.

Offline es un colectivo que ya tiene más de medio millón de seguidores. Desconectarte digitalmente ayuda a la desintoxicación digital, que ya es muy necesaria. Los expertos nos están avisando. La sobreexposición a las pantallas nos convierte en juguetes rotos, en personas dispersas y poco empáticas. Todo lo zanjamos con unas líneas tecleadas a toda prisa o con unas fotos que enviamos. No vivimos. No hay piel. No hay palabras. Es todo imágenes que viajan a la velocidad de la luz a través de Instagram, de WhatsApp, de TikTok. ¡Cómo engancha TikTok! Te dices: «Voy a estar diez minutos», y cuando miras el reloj llevas dos horas viendo vídeos que por mucho que intentes controlar hacia tus gustos terminas donde menos te lo esperas. Delirante.

El colectivo de Offline organiza reuniones en una iglesia en Ámsterdam, donde tienes que dejar el móvil a la entrada. A cambio te colocan una pulserita para devolverte el aparato al salir. ¿Cómo se pasa la tarde? Pues leyendo, hablando, con juegos de mesa. Hay gente que cose, que ganchilla. Que hace cosas que le gustan y que le alejan de estar tecleando o mirando vídeos sin parar. El algoritmo nos esclaviza y no nos damos cuenta. Después de organizarse en Ámsterdam, han realizado este tipo de reuniones sin móviles en Londres y ya han llegado a España, a Barcelona.

Es curioso: nuestros abuelos y padres dejaban los abrigos al entrar a un local y les daban un número para recuperarlo al salir. Los hijos del baby boom recordamos los roperos de algunas discotecas. Yo mismo vi en Guatemala cómo en un local de ocio lo que se dejaba al entrar eran las armas. Te cacheaban y te las devolvían al salir para evitar lo que allí llaman que te vuelen el plomo. Que te peguen unos tiros, vamos. Hoy en día, este colectivo Offline lo que busca es que lo que dejes al entrar sea el móvil. ¿Quién no ha visto síntomas de mono terribles simplemente por tener la batería baja y no poder conectar el cargador a ningún sitio? O asuntos mucho más serios que hemos leído. Esos adolescentes que confesaron que se autolesionaban para coaccionar a sus padres para que les devolvieran el móvil. Lo hemos dicho un millón de veces. El problema no es el objeto. El móvil. Es el uso y el abuso que hacemos de él. Un cuchillo sirve para cortar unas estupendas lonchas de jamón. Y el mismo cuchillo se puede utilizar para apuñalar a alguien. La vida es elección.