Reducir la jornada: un paso necesario para el futuro de Galicia y España
OPINIÓN

Reducir la jornada laboral es una medida imprescindible para mejorar la calidad del empleo, incrementar la productividad y garantizar un reparto más justo de la riqueza. No se trata de una propuesta utópica, sino de una demanda respaldada por datos económicos y sociales que reflejan su viabilidad y necesidad.
El debate sobre la reducción del tiempo de trabajo debe partir de una realidad contrastada: los países con mayor productividad son precisamente aquellos donde se trabaja menos horas. Modelos como los de Suecia, Noruega o Dinamarca han demostrado que la eficiencia y la rentabilidad empresarial no dependen de largas jornadas, sino de mejores condiciones laborales que fomentan el bienestar y la implicación de las personas.
En España, los últimos estudios han mostrado un crecimiento significativo de la productividad por hora trabajada, aunque todavía estamos por debajo de la media de la UE. Este déficit tiene su origen en varios factores: la baja inversión empresarial, la poca transferencia de conocimientos del sector científico a las empresas, y la cultura del presentismo —tan arraigada en España—, donde aún se valora más la presencia prolongada en el puesto de trabajo que el rendimiento real. Avanzar en la reducción de jornada ayudaría a modernizar esta concepción obsoleta del trabajo y a situar a España en la senda de las economías más avanzadas.
El crecimiento de la economía española en los últimos años ha estado acompañado por un aumento espectacular de los beneficios empresariales. En el 2024, las empresas cotizadas alcanzaron un beneficio conjunto de más de 73.000 millones de euros, un 20,87 % más que en el año anterior. Además, los márgenes empresariales han alcanzado cifras récord, con un valor añadido sobre ventas del 24,5 % y un margen bruto del 13,1 %. Es evidente que existe un margen suficiente para redistribuir estos beneficios y mejorar las condiciones laborales. En lugar de perpetuar un modelo basado en largas jornadas y salarios insuficientes, es hora de apostar por una mayor equidad, en la que el esfuerzo del trabajo se vea reflejado en mejores condiciones de empleo y calidad de vida.
El pasado 26 de febrero, el Consejo Económico y Social publicó, con solo dos votos en contra, un informe clave que avala la reducción de la jornada laboral como una medida beneficiosa tanto para las personas trabajadoras como para la economía en su conjunto. Este dictamen cuenta con un consenso amplio entre todas las organizaciones representadas en el organismo, lo que refuerza su legitimidad y viabilidad.
Este consenso es fundamental para garantizar el éxito de la medida. No hablamos de una imposición unilateral, sino de una demanda ampliamente respaldada por sindicatos, economistas y cada vez más sectores empresariales, que comprenden que la competitividad no pasa por explotar la mano de obra, sino por mejorar la organización del trabajo.
La reducción de la jornada a 37,5 horas semanales es solo un peldaño en la escalera hacia un modelo más ambicioso: la implantación de la semana laboral de cuatro días y 32 horas. Este es el horizonte que debe guiar nuestras políticas laborales en los próximos años, como ya han demostrado otros países avanzados.
La oposición a esta medida solo viene de dos sectores. Por un lado, aquellos que rechazan la demanda de la sociedad de reducir el tiempo de trabajo y mejorar la calidad de vida. Por otro, quienes argumentan que solo se puede avanzar si bajamos la escalera de golpe, sin la seguridad de hacerlo peldaño a peldaño. En realidad, ambos sectores terminan en la misma posición inmovilista, frenando un avance que es inevitable y necesario.
La jornada laboral media en los convenios colectivos gallegos es de 1.762,41 horas anuales, lo que equivale a más de 38,5 horas semanales y se sitúa por encima de la media nacional. Galicia es una de las comunidades con mayor carga horaria en el empleo, lo que ha influido en la menor calidad del mismo en comparación con otras regiones. En un contexto donde la lucha contra la despoblación y la atracción de talento son desafíos prioritarios, reducir la jornada laboral puede ser un elemento clave para hacer de Galicia un territorio más atractivo para vivir y trabajar.
El éxito de esta medida dependerá del compromiso de todos: grupos parlamentarios, interlocutores sociales y la sociedad en su conjunto. Es hora de dejar atrás las resistencias infundadas y asumir que la reducción del tiempo de trabajo no es solo una aspiración de las personas trabajadoras, sino una necesidad para el progreso del país.
Desde el ámbito sindical y social, seguiremos trabajando para que esta demanda se haga realidad. España y Galicia necesitan avanzar hacia un modelo laboral más justo, productivo y eficiente. Reducir la jornada laboral es un paso ineludible en ese camino.