Basterra: del «yo no hice nada» a la declaración de amor a Asunta

José Antonio Pérez PERIODISTA

OPINIÓN

Álvaro Ballesteros

10 mar 2025 . Actualizado a las 10:52 h.

«Puede resultar algo demasiado simple, pero soy del todo inocente en este trágico suceso acontecido en mi vida» (Teixeiro, 23-10-2013). «A Asunta. Mi niña, mi vida, mi gran amor» (Teixeiro, fecha indeterminada). El autor de las citas es Alfonso Basterra. Las palabras iniciales corresponden a una carta que envió a un amigo periodista, el primero en visitarlo en la cárcel. En esa misiva aceptaba su visita aunque «desconozco si vienes en calidad de amigo o de periodista, pero sea cual sea se agradece». Era la primera carta que escribió tras verse privado de libertad.

La cita más reciente es la dedicatoria a su hija Asunta en Cito, su primer libro, escrito en estos años encerrado. En él narra «una historia de amor y desamor ambientada en el mundo rural en Castilla y León en los años 40, con un enfoque mágico y personajes singulares», según la reseña de Ediciones Vitruvio. Lo que sí trascendió, en medio de una enorme polvareda, fue la dedicatoria. Ese «A Asunta. Mi niña, mi vida, mi gran amor» convertido en la última nota de una selección epistolar en la que clama por su inocencia pero pasa de anunciar su suicidio a decir que matará al asesino de su hija. En la primera carta escribe que «nada tengo que ocultar y mi tranquilidad de conciencia es absoluta», aunque sorprende que no hiciera ni la más mínima referencia a Asunta.

Más extensa fue la carta que hizo llegar a Rosario Porto estando los dos en Teixeiro en prisión preventiva. En ella, tras anunciarle que ha roto relaciones con su familia, le adelanta que «no es un pretexto para pedirte ayuda económica», y le anuncia que ha tomado una decisión trascendental: «Pleno de sentido común y tranquilidad y paz interior, he de decirte que trataré a la mayor brevedad posible de reunirme con Asunta». Le pide que «cuando conozcas la noticia de mi fallecimiento llores, pero de alegría, porque habré cumplido un deseo que llevo analizando desde hace meses». Habla Alfonso de reunirse ya con «mi pajarito a la que tanto añoro. Porque sé que mi vida sin ella será imposible de sobrellevar». Recuerda que fuera de la cárcel «ya nadie me aguarda. Ya no os tengo y tampoco cuento con amigos… así que entenderás que nada me retenga».

Tres años después, Basterra enviaba una carta a Ramón Campos, el productor del documental y la serie sobre el crimen de Asunta. Allí da un giro radical, se olvida del suicidio y cuenta que «cuando dentro de seis años tenga el tercer grado, en lugar de salir a la calle y asesinar a los citados (juez, fiscal, abogados de la acusación, medios de comunicación) y, muy particularmente, a la persona que acabó con la vida de mi niña, como tantas veces imaginé, lo que realmente deseo es sentarme en una cafetería con ellos y debatir lo que fue aquel juicio». Se refiere «al asesino o asesina de mi niña, porque ahora sí, estoy convencido de que su acción fue fruto de esa locura, ya que nadie en pleno uso de sus facultades mentales cometería monstruosidad como esa». Es la primera vez que Alfonso introduce el género femenino como posible autor del crimen unido a términos como locura o facultades mentales alteradas. Basterra, al final de la misiva, volvía a insinuar el suicidio: «Cuando conozcan mi fallecimiento, le ruego que descorche una botella de cava y brinde, en ese momento comprenderá que he recuperado mi felicidad».

Hay otras cartas con un Alfonso arrepentido que vuelve a insistir en su inocencia, pero ya no defiende a Rosario. Estas misivas aún no salieron a la luz pública. En ellas ya no habla de suicidarse y sí de salir de prisión «y abandonar Santiago y Galicia». Esto último lo va a cumplir: su próxima parada es el penal de Topas.