
Desde luego no se le puede negar el mérito de haber acaparado las portadas de todos los medios de comunicación del planeta. Aún no han transcurrido dos meses desde que juró su cargo y ya nos ha revolucionado a todos. Medio mundo está intentando determinar el coste del incremento de los aranceles que EE.UU. va a aplicar a las importaciones mientras el otro medio observa con preocupación los movimientos que el personal diplomático norteamericano lleva a cabo para cumplir con las promesas electorales de Donald Trump. De momento los mercados bursátiles están viviendo jornadas de infarto con las caídas en EE.UU. y las medidas para paliar el efecto contagio en Europa y Asia.
Paradójicamente, si Trump, durante su primer mandato, reaccionaba con prontitud ante cualquier vaivén en la bolsa, en esta ocasión se ha limitado a señalar que nos encontramos en un período de transición derivado de los grandes cambios que quiere aplicar y que, por lo tanto, hay que mantener la calma. Sin embargo, la fuerte caída en la cotización de Tesla, de la cual, su amigo Elon Musk es uno de los accionistas más importantes, le ha impulsado a presentarse ante los medios para defender «sus productos norteamericanos», un gesto de apoyo que vulnera el principio de imparcialidad del presidente de un país. En cualquier caso, las ventas de estos vehículos han caído, solo en Alemania un 60 % y parece que muchos de los propietarios de sus modelos de lujo están vendiéndolos a pérdidas debido a las agresiones físicas y en las redes sociales que están sufriendo. Las drásticas medidas que Musk está implementando en la Administración norteamericana no son ajenas a estas represalias.
Con la amenaza de una fuerte recesión en el primer trimestre en Estados Unidos y la reacción de todos los países decididos a aplicar el mismo nivel de aranceles a los productos norteamericanos, el enfrentamiento en los medios está afectando y, mucho a los inversores quienes, al fin y al cabo, son los que facilitan el funcionamiento de las empresas. Una caída en la confianza de los inversores implicará un incremento exponencial de los precios para el consumidor final y, con ello, el aumento del descontento social, una presión que sí puede hacer variar de rumbo a Donald Trump. Porque… ya se sabe no hay nada más peligroso que jugar con la cesta de la compra.