
No nos referimos a España. Este es un país excelente para vivir. El problema es la vivienda. Es imposible encontrar techo en condiciones de compra o de alquiler. Las administraciones se culpan las unas a las otras, pero deberían sumar todas las acusaciones y sentarse juntos en el banquillo de los presuntos culpables. Aunque ayer asistimos a un acto con lectura política. Sánchez se hizo la foto con Moreno Bonilla en Andalucía para entregar unos edificios. El presidente estaba más sonriente que nunca junto al titular andaluz. Moreno Bonilla es el tapado de los posibles sustitutos de Feijoo dentro del PP y a Sánchez le encanta encender esa mecha. No es Ayuso, aunque lo parece, a la que más debe temer Feijoo, en la oposición dentro de sus filas. Es el rostro amable y centrista de Moreno Bonilla el que le tiene que preocupar. Las fotos que Sánchez le niega a Feijoo las realiza encantado con Moreno Bonilla. Ambos políticos coincidieron en sus intervenciones en que no hay mayor dificultad en este país que intentar acceder a una vivienda. «Para el problema de la vivienda no hay varitas mágicas. Es un problema que se debe atajar de muchas maneras», dijo el dirigente andaluz. Cerró el acto institucional el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que en plena sintonía con el político del PP, dijo que «solo desde el acuerdo podremos afrontar este desafío». La última encuesta del instituto Sondaxe aupaba al primer lugar de las preocupaciones de los ciudadanos la dificultad de encontrar vivienda en Galicia. Ayer también la Xunta intentó dar otro paso para aliviar la situación. El Ejecutivo gallego quitó el límite de edad para acceder a los avales para compra de inmuebles. Pero el drama tiene varios caras, o cruces habría que decir, bien evidentes. No hay vivienda, a pesar de la ley que la regula. Los que son propietarios no las quieren alquilar por el temor al fenómeno okupa, que no para de crecer, o a que simplemente los inquilinos dejen de pagar la renta y no puedan desalojarlos. Tampoco los que tienen pisos quieren venderlos, salvo que tengan que hacerlo por necesidad. Prefieren esperar un contexto más favorable. Así la consecuencia está bien clara. Hemos batido el precio de la vivienda desde que estalló la burbuja inmobiliaria en el 2008. Increíble, pero cierto. Otros factores que no ayudan es que se tarden seis años en poner en marcha la construcción de un edificio por los trámites sin fin. La burocracia, la famosa burrocracia, que todo lo lastra. El Estado mira para las autonomías, las autonomías miran para los concellos y los concellos miran para el Estado en un círculo que no tiene fin y que no consigue que se levanten edificios. Demasiadas administraciones a firmar papeles. Además estamos en un sector en el que falta mano de obra y en el que los materiales se han encarecido desde la guerra de Ucrania sin medida. Aunque ayer hayamos vividos dos buenas actos en Sevilla y en Santiago, lo cierto es que la vivienda protagoniza una nueva burbuja inmobiliaria, que les estallará como siempre en los morros a los ciudadanos que seguirán teniendo la improvisación por techo.