Ruido y caos, también para el vino
OPINIÓN

Decía el ya exdiputado Aitor Esteban el pasado 26 de marzo cuando se despidió del Congreso de los Diputados tras 21 años para asumir sus nuevas responsabilidades como presidente del PNV que el Congreso es «mucho más que ruido». Desgraciadamente, detrás de los aranceles anunciados ayer por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a multitud de países y zonas del mundo (de esa lista quedan fuera países como Rusia o Corea del Norte, bajo la excusa de que ya cuentan con sanciones severas), entre los que se encuentra una tarifa del 20 % a todos los productos importados de la Unión Europea, hay también mucho más que ruido. Eso sí, de momento, no dejan de ser una amenaza, toda vez que no entrarán en vigor enteramente hasta el 9 de abril (mañana viernes lo harán en una primera fase, con la aplicación de un arancel del 10% a todos los países afectados) y que, con esta particular forma de aplicarlos, teniendo en cuenta además los anteriores vaivenes arancelarios con México y con Canadá, lo que parece buscar el presidente de Estados Unidos es una negociación con la que favorecer los intereses comerciales de su país.
Con todo, los aranceles anunciados por el mandatario estadounidense son una pésima noticia para las economías de la Unión Europea y para sectores netamente exportadores como el vino. No solo porque afecte a uno de los principales destinos de nuestros vinos (Estados Unidos está entre los tres primeros destinos de las denominaciones de origen españolas que más vino venden fuera de nuestro país), sino porque supone una violación de las reglas del comercio internacional de las que el mundo ha disfrutado en las últimas décadas y porque esto puede conllevar una escalada de medidas y contramedidas que hará que las economías comerciales tienden a protegerse más y, por tanto, a imponer más barreras al comercio. El anuncio de ayer genera ruido y caos, también en nuestro sector.
En el 2024, España fue el cuarto proveedor de vino a Estados Unidos en valor, con un importe de más de 350 millones de euros, y el sexto en volumen. Se trata de un mercado de mucho valor para nuestros vinos y difícilmente sustituible a corto plazo. Con estos aranceles, los ingresos generados por el vino español disminuirán, lo que puede generar dificultades en forma de pérdida de empleos y de inversiones en diferentes regiones vitivinícolas. El sector del vino europeo y particularmente en los grandes países productores (Francia, Italia y España) estaba ya en una situación de dificultad antes de la llegada de Trump a la presidencia de EE.UU., con tendencias de consumo y de comercialización, sobre todo en mercados exteriores, a la baja. Esto no hace sino ahondar en este bache y empeorar las perspectivas en el corto y medio plazo.
Desde CECRV (Conferencia Española de Consejos Reguladores Vitivinícolas), consideramos positiva la posición de mano tendida mostrada por la Comisión Europea ante el anuncio de Donald Trump, para buscar una solución negociada que deje estos aranceles sin efecto. Pero si las negociaciones no fructifican, la UE y los Estados miembros, tendrán que ser firmes, tanto en su respuesta a Estados Unidos, como en las ayudas a conceder a los sectores más afectados, entre ellos el vino.