Borrones de sangre

Mariluz Ferreiro A MI BOLA

OPINIÓN

20 abr 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Los pecados ajenos suelen ser un oportuno lavadero para los propios. Todas las familias guardan sus miserias y todos los países tienen sus borrones de sangre. France TV emite un documental que se adentra en las sombras de la Liberación: «La Francia de la purga. Entre la venganza y la justicia». Le Monde le dedica un reportaje ilustrado con una de aquellas fotos de los desfiles macabros de mujeres con sus cabezas rapadas. Supuestas colaboracionistas en su paseo de la vergüenza. El periódico recupera una frase del actor Jean Rochefort: «Tenía 14 años, era la Liberación de París, nunca había visto a una mujer desnuda». Muchas fueron torturadas y ejecutadas sin un juicio justo. Seguro que muchos de los verdugos se habían mantenido calladitos durante la ocupación y, en cuanto cayeron los nazis, se subieron al carro de la victoria ciñéndose los laureles (como sucede siempre). Marie-Jeanne Noac'h, de 22 años, y Jeannette Laz, de 21, dos jóvenes humildes que se dedicaban a recoger judías y guisantes, fueron esquiladas, untadas con alquitrán y asesinadas porque alguien difundió que habían pasado información a los alemanes. Sin pruebas, con versiones que desmentían las acusaciones. Pero ellas eran mujeres y pobres. La peor combinación. Y se impusieron el terror y el silencio. Nadie quería ser el siguiente en las ceremonias del sacrificio. Las familias nunca recibieron los cuerpos. Es más, incluso quemaron sus fotos. Tuvieron que pasar más de setenta años para que se las reconociera como víctimas. Una placa recuerda su muerte. Estas historias empezaron a contarse hace solo unos años. Permanecían enterradas mientras otros, como Jean-Marie Le Pen, defendieron durante décadas a pecho descubierto el régimen de Vichy, la gran mancha.