Balas que matan a niños inocentes

Juan-Luis Montero Fenollós DIRECTOR DE LA CÁTEDRA DE ARQUEOLOXÍA E EDUCACIÓN PATRIMONIAL (UDC-CONCELLO DE FERROL)

OPINIÓN

WORLD PRESS PHOTO | EUROPAPRESS
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27 abr 2025 . Actualizado a las 11:25 h.

Según la ONU, el total de niños asesinados en la franja de Gaza tras 18 meses de guerra supera los 15.000 y los heridos los 34.000. Detrás de estos fríos datos, de por sí sobrecogedores, hay nombres propios. Vidas pequeñas sesgadas o mutiladas sin justificación alguna. Recientemente, la impactante fotografía de Mahmud Ajjur, un niño gazatí de 9 años con sus dos brazos amputados, ha recibido el premio Foto del Año del World Press Photo. Lo primero que le dijo Mahmud a su madre, al ver el brutal desgarro que le provocó una explosión en su cuerpo, es conmovedor: «Mamá, ¿ahora cómo podré abrazarte?»

¡Cómo es posible que un menor indefenso haya sido víctima de tal crueldad! No hay justificación posible. La barbarie de la guerra también tiene reglas. En 1989, los dirigentes mundiales suscribieron un compromiso histórico con todos los niños y las niñas del mundo al aprobar la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño. Es el tratado de derechos humanos más ratificado de la historia (196 Estados, a excepción de EE. UU.). En Palestina, sin embargo, es papel mojado. A pesar de que el artículo 38 de esta convención establece que los Estados partes se comprometen a adoptar las medidas necesarias para asegurar la protección y el cuidado de los niños afectados por un conflicto armado. Algunos justifican esta falta de humanidad utilizando el eufemismo de los daños colaterales. El pasado mes de febrero Sadam Iyad Rajab, otro niño palestino de 10 años, murió en Tulkarem, en Cisjordania, víctima de un francotirador. Aquí no hay daño colateral posible, sino la intención de matar con un disparado a un niño que estaba en la calle. ¿Se puede ser más cruel?

La comunidad internacional parece maniatada ante las atrocidades y las penalidades que sufren los menores en Gaza y Cisjordania, a todas luces un infanticidio. Para sorpresa de muchos, España ha intentado comprar balas israelíes, que ya sabemos que matan muy bien. Quien tenga dudas, que le pregunte a los niños palestinos. Y, en este contexto marcado por la ausencia de sensibilidad ante el dolor del otro, los nuevos líderes mundiales, con Donald Trump a la cabeza, se afanan en fomentar políticas racistas, supremacistas y xenófobas. ¡Es indignante! La peor actitud es la indiferencia.