
¿Qué sentido tiene comparecer delante de todo un país siendo presidente del Gobierno para no exponer nada más que obviedades? ¿Qué sentido tiene comparecer públicamente para no explicar qué pasó y qué medidas se van a tomar? ¿Qué sentido tiene después de no comentar qué ha sucedido incidir en que ya se ha informado a todas las instituciones de España —incluidos los presidentes de las comunidades autónomas—, a la Casa Real y a la OTAN? Tras escuchar a Pedro Sánchez, en otra comparecencia sin preguntas —una más— habrá ciudadanos que considerarán que algo muy grave ha ocurrido y que descartarán que el apagón obedeció a un fenómeno climático. Tampoco nadie pensará —los ingenuos a la otra acera— que la falta de energía en todo el país vino provocada por la simple rotura de un cable de alta tensión. Las dudas están planteadas. Pero hay más: ¿nos dirá el Gobierno la verdad sobre lo ocurrido? ¿Lo hará hoy o cuando todo se haya solucionado? ¿No lo hará nunca? Sí, posiblemente. Pedro Sánchez nunca nos dirá la verdad.
Después de que hayamos tomado conciencia de que un día de la España del siglo XXI los trenes dejaron de funcionar, así como los supermercados, cajeros, gasolineras, semáforos... y nadie dio explicaciones, nos revolveremos en nuestros asientos porque todas nuestras certezas se habrán convertido en dudas. La sensación de inseguridad y vulnerabilidad se ha apoderado de la ciudadanía. Lo ha conseguido.