
Andaba yo con mis cosas en el ordenador cuando, repentinamente, se apagó. Revisé los interruptores del cuadro eléctrico y vi que todo estaba bien; salí al balcón y vi a uno de mis vecinos trabajando en el patio: «Gelote, tes luz?», pregunté. «Espera que mire», y en unos segundos me contestó que no. Menos mal, pensé, por lo menos no soy yo solo, y me fui a pasear a los perros. Aún no había escuchado al presidente, cuya aparición solo tuvo la intención de mostrarnos que no estaba en El Ventorro, y Feijoo se quejaba en el transistor de que no había liderazgo; varias comunidades gobernadas por el PP solicitaban al Gobierno el nivel 3 de alarma.
No le quito gravedad al asunto, porque confío que pronto sabremos lo que pasó, pero los profesionales del bulo empezaron a trabajar. «Caos total», un ataque contra la España de Sánchez, Ayuso con chaqueta militar pidiendo el ejército, mientras el gallego experto en desastres luchaba con una caja de herramientas contra el fallo eléctrico.
Mientras tanto, yo salía con normalidad del hospital de Ferrol, un amigo ingresaba en el quirófano del Chuac a las 12 y fue operado y los niños de algún amigo comieron en el colegio sin novedad. La Voz salió a la calle al día siguiente. Hubo problemas y cancelaciones, pero el país reaccionó con cierta normalidad en medio del lógico caos.
Ya lo dijo el señor González Pons en la inauguración del congreso en Valencia: «España se fue a negro, pero los españoles no». ¿Esto solo me da vergüenza a mí? Al menos sabemos que en el PP hay quien puede pronunciar la palabra negro sin querer echarlo del país. Por cierto, han mandado a Mazón a evaluar los daños del apagón, peligro.
Ahora, esperemos a ver qué papel han jugado las empresas energéticas, cuál es el estado de la red eléctrica y de su consejo de administración y, lo más importante, por qué los españoles muy españoles se pasan la vida cabreados con otros españoles, aunque estén a oscuras. Tengo mi propia teoría, seguir el dinero, pero hoy no es el día.
Que el señor de El Ventorro y la señora de las residencias critiquen la gestión de esta crisis es normal: no han podido ver Tu cara me suena. Pero permanezcan atentos: en los próximos días empezarán a llegar aviones llenos de linternas y transistores gracias a la generosidad de San Chin Chon y sus amiguetes comisionistas.
Ahora voy a avisar al vecino de que volvió la luz.