«La nacionalidad no debe, aunque puede, convertirse en un bien especulativo»

OPINIÓN

BENITO ORDOÑEZ

08 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Carmen y el feminismo silencioso

La lucha del feminismo es larga, viene de lejos y seguirá batallando muchos años. Leo noticias sobre los frentes abiertos y los distintos significados que «feminismo» ha adoptado en los últimos años y pienso en Carmen, mi abuela. Casada en Madrid a sus escasos 18 años, se fue con mi abuelo desde Jaén a Bélgica. Mi abuelo trabajaba en la mina 12 horas diarias y mi abuela, joven, sagaz y más fuerte que un diamante, trabajó en la fábrica nacional de armas FN Herstal, en Lieja, mientras traía al mundo a mi madre y a mi tío. Veo la fragilidad de algunos argumentos oportunistas contemporáneos y pienso en Carmen y su fortaleza. Oigo discursos a gritos y recuerdo la resiliencia y la lucha en las historias que mi abuela me contaba. Hace menos de un año que Carmen no está, pero ella siempre será mi feminista por excelencia. Álex Marco Díaz.

El negocio de la nacionalidad

Malta, país isla en medio del mar Mediterráneo, histórico botín de guerra de numerosos pueblos por su envidiable clima y situación geoestratégica, vende su nacionalidad —y automáticamente la comunitaria europea— por unas monedas de oro invertidas en ella, práctica que se extiende por muchas otras naciones. El Tribunal de Justicia de la Unión Europea acaba de declararla contraria al derecho comunitario, sus principios e incluso, insospechadamente, a la opinión de su abogado general. Bulgaria y Chipre deberán aplicarse este veredicto comunitario o apelar. España también tiene esta opción de nacionalidad por inversión, aunque ha anunciado que eliminará su vertiente inmobiliaria. La nacionalidad no debe, aunque puede, convertirse en un bien especulativo y transaccional. Luis Peraza Parga. San Diego (California, EE.UU.)