Mediocres

Pedro Armas
Pedro Armas A MEDIA VOZ

OPINIÓN

BENITO ORDOÑEZ

09 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Ni siquiera la elección del sumo pontífice y soberano del microestado de la Ciudad del Vaticano, mediante un cónclave de cardenales meritorios, veteranos y expertos, con ayuda divina, es un sistema perfecto. En un Estado mediano, como España, la democracia, el mejor de los sistemas políticos, cómo no va a ser imperfecta. Quedan pocos que se crean eso de que esta democracia se sustenta en la meritocracia, el gobierno de los mejores, de los que tienen más méritos, cuando lo que se siente y se sufre es la mediocracia, el gobierno de los mediocres. Los ciudadanos piensan que los políticos no les resuelven problemas, se los generan. Tienen la percepción de que sus representantes son unos incompetentes.

Suponer que la competencia la da una titulación es mucho suponer. Los políticos españoles cuentan con más títulos que sus homólogos europeos. En las distintas cámaras parlamentarias casi todos son graduados o licenciados universitarios. La incompetencia es, según la RAE, la falta de competencia, pero basta seguir una sesión de control al Gobierno o un debate sobre el Estado de la Nación, y su deriva mediática, para comprobar cómo los mediocres se esmeran por demostrar su competencia en adorar y adular al líder propio y mostrar odio al líder rival. Es lo que han aprendido en las organizaciones juveniles de los partidos, más acostumbrados a buscarse la vida dentro que a ganársela fuera.

Pendientes de la inmediatez de la red, el canutazo de radio o el corte de telediario, a los mediocres no les importa parecer incapaces, ineptos y, por ello, inútiles ante los ciudadanos. A sus líderes tampoco. Claro que hay excepciones, pocas. Cuesta dar por hecho que cualquier tiempo pasado, democrático, fue mejor; que la sociedad actual tiene los políticos que se merece, que son un reflejo de la misma; que algunas universidades expiden títulos a alumnos que no los merecen; que las listas abiertas no serían una panacea; que los mediocres son escogidos entre listillos, no entre tontos útiles…

Como la del ciprés, la sombra de cada cardenal, lleve capelo, mitra o solideo, es alargada. Sin embargo, cuando la democracia se reduce a la partitocracia, y los partidos se convierten en agencias de empleo, suben y se colocan los que menos molestan, los palmeros orgánicos. Los líderes no forman equipos, sino que se rodean de mediocres anodinos que nunca les van a hacer sombra, pues ya se sabe que, por su propia condición, los mediocres no dan sombra.