
La percepción social de la cura balnearia ha cambiado radicalmente en los últimos treinta años. Cada vez son más los estudios que muestran evidencias científicas de su eficacia en numerosas patologías crónicas, generalmente como tratamiento coadyuvante del medicamentoso, pero también en ocasiones como primera opción, como en la psoriasis.
Sus aplicaciones más reconocidas se centran en patologías del aparato locomotor, como artrosis de miembros, lumbalgias y cervicalgias crónicas, fibromialgia y otras causas de dolor crónico como la raquialgia y el síndrome doloroso regional complejo. Patologías que encuentran alivio gracias a las propiedades antiinflamatorias y analgésicas, especialmente de las aguas sulfuradas. En dermatología, las dermatosis crónicas que no mejoran con los tratamientos medicamentosos, como la dermatitis atópica, otros eccemas crónicos, prurigos y pruritos crónicos, psoriasis, secuelas de quemaduras y alteraciones tróficas cutáneas de la insuficiencia venosa crónica, mejoran con las aguas sulfuradas o bicarbonatadas, que poseen efectos queratolíticos, antiinflamatorios y calmantes del picor. Enfermedades otorrinolaringológicas como rinitis y rinosinusitis crónicas, sinusitis recidivantes, afecciones crónicas de la faringe y otitis crónicas, encuentran rápido alivio con la inhalación de vapores y aerosoles de aguas sulfuradas o cloruradas, que fluidifican las secreciones y disminuyen la inflamación de las mucosas. También mejoran los signos funcionales respiratorios como disnea, tos y expectoración de los pacientes con asma, EPOC y bronquiectasias, mejorando su calidad de vida. Son útiles en la insuficiencia venosa crónica y la arteriopatía crónica de miembros inferiores. También en la recuperación de dolores, espasticidad, alteraciones del equilibrio, de la marcha y de las actividades de la vida diarias y calidad de vida, secuelas de afecciones neurológicas crónicas como ACV, Párkinson, esclerosis en placas y Guillain Barre. Recientemente, también se ha destacado su utilidad en el manejo del estrés, la ansiedad, la depresión leve y los trastornos del sueño. El entorno tranquilo, las técnicas de relajación asociadas y las propiedades sedantes de algunas aguas contribuyen a mejorar el bienestar psicofísico.
Finalmente, en una sociedad tan envejecida como la nuestra —más del 26 % de la población gallega es mayor de 65 años—, los balnearios son lugares muy adecuados para ayudar al envejecimiento saludable, mediante la promoción de hábitos positivos de alimentación, sueño, abandono de adicciones (tabaco, benzodiazepinas) y ejercicio físico adaptado. Son un lugar ideal para el diagnóstico de la fragilidad y la prevención de las discapacidades y dependencia, favoreciendo un envejecimiento saludable que permita mantener la capacidad funcional de los órganos y favorecer la autonomía personal. Aspectos estos de gran actualidad, pues nos encontramos en la «Década del envejecimiento saludable, 2021-2030», declarada por la Asamblea General de Naciones Unidas en diciembre del 2020.
Juan Gestal es profesor emérito de Medicina Preventiva y Salud Pública y director de la Cátedra de Hidrología Médica USC-Balnearios de Galicia