Muerta en vida

Xosé Ameixeiras
Xosé Ameixeiras ARA SOLIS

OPINIÓN

Archivo familiar

27 may 2025 . Actualizado a las 10:03 h.

Las peores heridas son las del alma. Tienen difícil remedio. Suelen ser incurables y producen un dolor insoportable. A la catalana Pilar Rosanes le arrancaron las entrañas un 9 de agosto del 2020 en Berdeogas, en una carretera de Dumbría. Un auto que circulaba a 116 kilómetros por hora en una curva de a 70 arrolló la moto, la Bagheera, de su hijo Josep, segándole los 20 años de una vida cargada de ilusiones y futuro. El padre del joven, que iba detrás en otra motocicleta, tuvo que maniobrar para salvar el pellejo y desviar el torpedo en que se había convertido el coche asesino, pero no pudo evitar ser testigo de cómo en un suspiro sacrificaban ante sus ojos a una de las personas a las que más quería en este mundo. Ellos conducían correctamente. Iban a Santiago para bendecir sus máquinas, con las que en el futuro pensaban ir hasta el cabo Norte. Un sueño que quedó ahogado en sangre en el asfalto de Dumbría. Adiós a Josep Boan Rosanes, a su guitarra, a su Bagheera, a su trabajo en Nike, a la universidad por la tarde y al puesto de profesor que le aguardaba en el colegio donde estudió. Una vida trazada que se desvió en una curva por la conducta irresponsable de un chófer eufórico. La pérdida de Josep fue valorada en 170.000 euros, pero su madre continúa «muerta en vida». Solo sobrevive, afirma. Ahora ha conseguido que su lucha por endurecer las penas de tráfico y colocarlas en los niveles de Europa llegue al Congreso de los Diputados, a través de la parlamentaria de Junts per Catalunya Marta Madrenas. A ver qué hacen sus señorías, más pendientes de las grescas y de ganar puntos en las encuestas que de solucionar problemas ciudadanos.