
Ayuso, ese no es el camino
Que no hubiera ningún acuerdo en la Conferencia de Presidentes no fue ninguna sorpresa. El distanciamiento político entre Gobierno y oposición es insalvable en esta legislatura o lo que quede de ella. La actitud de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, no fue traidora porque avisó el día anterior. Dejando al margen el incidente protagonizado con la ministra Mónica García, propio de sus desavenencias personales, no se entiende muy bien el proceder de Díaz Ayuso, nadando contra corriente de sus homólogos populares y saltándose la disciplina de partido por los aires.
Trece son las autonomías gobernadas por el PP. Y la presidenta madrileña se desmarcó de todos ellos. Claro que muchos votantes populares le darán la razón. Pero queda patente que el partido está sin cohesión y que Alberto Núñez Feijoo no lo domina. Y si el líder no es respetado y existen díscolos, la meta a la que quieren llegar está muy lejos. Los trapos sucios desde siempre se lavaron en casa, y si alguien no quiere y no se encuentra a gusto tendrá que buscar otra ubicación acorde con sus pensamientos. Si doce están de acuerdo y uno en desacuerdo, las cuentas están claras. Vicente Fernández Iglesias. O Vicedo.
Noticias del mundo que nos toca vivir
Nuestro original mundo. En las noticias de TVE se comenta la celebración de la Fiesta del Cordero, para los fieles musulmanes. Haciendo zaping, en otra cadena se ve a una mujer en la calle, desahuciada de su propia casa, que está okupada por gente que no es la dueña, por supuesto. Y a los vecinos llevándole comida. Además aparecen en una gran foto todos los presidentes de las comunidades autónomas, algunos ministros, el presidente del Gobierno y el rey. Al parecer se reunieron para tratar varios asuntos, sin acordar ninguno. Tampoco falta el capítulo correspondiente de fontanería nacional. A renglón seguido sale la imagen de Trump, con rostro de ludópata, a fuerza de jugar con la economía de medio mundo. Las noticias diarias se están convirtiendo en series que nada tienen que envidiar a las de ficción. M. J. Vilasuso. As Pontes.