En busca del señor Hotelling

David Pintor
David Pintor ILUSTRADOR

OPINIÓN

PILAR CANICOBA

16 jun 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace un par de semanas descubrí la ley de Hotelling. Una ley económica desarrollada por el matemático estadounidense Harold Hotelling por la cual se observa que en muchos mercados es beneficioso para una empresa hacer sus productos tan similares como sea posible a los que hay en el mercado. A este fenómeno también se le conoce como principio de mínima diferenciación. Esta ley explica, por ejemplo, por qué dos chiringuitos de helados acabarían poniéndose uno al lado del otro en el medio de una playa en vez de posicionarse de tal manera que la gente que hay en la playa tuviese que recorrer la menor distancia posible o por qué la mayoría de los teléfonos móviles se parecen mucho entre ellos y ofrecen prácticamente las mismas funciones.

Después de descubrir esta ley, empezaron a llegar a mi mente diversos fenómenos que habían llamado mi atención cuando los leí y que podrían tener una cierta relación entre sí y con esta curiosa ley.

Uno de estos fenómenos es el de la homogeneización en el diseño de los logotipos en campos como la moda o la tecnología. Las tipografías de muchas marcas se vuelven más simples y las identidades visuales se uniformizan. Es un proceso denominado blanding, palabra que viene de la inglesa bland, que significa soso o carente de personalidad. Si antes las marcas intentaban diferenciarse al máximo para crear un vínculo más personal con el usuario, ahora ese sentimiento diferenciador del logotipo se está diluyendo en aras de una mayor adaptabilidad al mundo digital.

En el mundo del diseño industrial también se está notando un proceso uniformizador. Frank Stephenson, famoso diseñador de coches que ha trabajado para marcas como BMW o Ferrari, ha explicado en una reciente entrevista cómo la inteligencia artificial ya ha entrado en los departamentos de diseño de las marcas de autos más importantes del mundo. El diseñador estadounidense advierte que trabajar con los generadores de imágenes basados en IA puede estar llevando a una homogeneización de los diseños, ademas de a unos recortes de plantilla generalizados. Esta homogeneización en el diseño automovilístico ya se puede comprobar cuando vemos las cada vez menores diferencias que hay entre los modelos de unas marcas y otras o incluso dentro de los modelos de cada marca. Otro dato curioso que afecta a esta industria es cómo cada vez hay menos variedad en los colores de los automóviles. Ahora mismo, los coches blancos, negros o grises representan más del 80 % del parque automovilístico mientras que en los años 70 era tan solo el 36 %.

En un ámbito que conozco bien porque me dedico a ello, que es el de la ilustración, escuchaba hace poco una entrevista al conocido ilustrador Puño, en la que afirmaba detectar un gran cambio en los últimos años. Antes, según comentaba el dibujante, había un ecosistema artístico en el que se veía una gran variedad de voces propias y diferenciadas mientras que ahora se estaba produciendo una homogeneización en los estilos siguiendo modas muy marcadas. A este respecto, podríamos poner como ejemplo un estilo de ilustración nacido a principios de este siglo, conocido como corporate memphis y que se caracteriza por ser un arte geométrico, de colores planos y muy pobre artísticamente, pero que ha invadido de manera apabullante el mundo de la publicidad.

La arquitectura es otro ámbito en el que se observan este tipo de fenómenos. Me refiero a las viviendas en las que dominan los colores blanco y negro. Son los denominados edificios tarta de nata, que aparecen por todas partes. Da igual que se construya en una ciudad interior o una ciudad costera, que sea en el norte o en el sur. Son edificios monótonos y totalmente intercambiables que surgen totalmente al margen del entorno en el que se ubican.

Otro detalle curioso es el de los carteles cinematográficos. No soy el primero que tiene la sensación de que también se han empobrecido a nivel artístico. Las razones seguramente sean varias, pero el espíritu conservador a la hora de asegurar el retorno de la inversión económica realizada por las productoras puede ser una de ellas. Otras tienen que ver con el poco margen que el artista suele tener a la hora de hacer el cartel a causa de las cláusulas que las estrellas de cine imponen incluso a la hora de establecer la superficie que su rostro debe ocupar en el cartel. El caso es que cada vez es más difícil encontrar carteles originales, arriesgados y visualmente interesantes.

Un caso muy parecido podría ser el de las portadas de libros. Hay un ejemplo muy curioso relacionado con el famoso cuadro de Hopper, Habitación de hotel, que ha protagonizado ya más de veinte portadas de diferentes novelas. Ya sean razones de ahorro económico o de conservadurismo a la hora de plantear una portada, destaca la cantidad de casos en los que grandes editoriales recurren a imágenes ya existentes o fotos de archivo a la hora de presentar su producto literario en vez de crear una nueva imagen que lo distinga de los demás en las estanterías de las librerías.

Sería muy interesante analizar de una manera más profunda la intensidad y origen de estos y otros fenómenos similares que se dan en ámbitos como la moda o la decoración de interiores y si realmente hay una tendencia a una homogeneización o todo es fruto de nuestra imaginación…