
La política de hoy: puro teatro, mentiras y escándalos
Estoy hasta el moño de la política. Nos prometen mil cosas durante las campañas y luego, cuando llegan al poder, solo les importa llenarse los bolsillos, mantenerse en sus sillones y, en muchos casos, protagonizar escándalos bochornosos. No hablo solo de promesas incumplidas, sino de casos de corrupción, fiestas con prostitutas y todo tipo de marrones que salen a la luz y que dejan claro que la ética brilla por su ausencia.
Y no solo es que hagan esto, sino que con esas fiestas y escándalos dejan a las mujeres involucradas humilladas, usadas y tiradas a un lado, como si fueran objetos en un juego de poder y dinero. Eso es lo más indignante: el desprecio hacia la dignidad de las personas, especialmente de las mujeres, mientras ellos se creen intocables. ¿A quién quieren engañar? La política actual parece un circo donde los que mandan se pasan el tiempo haciendo teatro, echándose la culpa unos a otros y olvidándose de lo que realmente importa: la gente. Mientras ellos se llenan la boca con discursos vacíos, la sociedad sigue sufriendo con crisis económicas, desempleo y desigualdad.
¿Dónde está la ética? ¿Dónde el respeto? Porque ya cansan esos políticos que usan el poder para sus chanchullos y escándalos personales, mientras la mayoría luchamos por llegar a fin de mes. Si quieren que confiemos, que empiecen por cambiar de verdad, sin mentiras, sin engaños y sin escándalos que solo dañan la imagen de la política. Pero mientras sigan así, muchos vamos a seguir pensando que todos son iguales y que votar es tirar el voto a la basura. Esto tiene que cambiar. Ya es hora de limpiar la política y de quienes mandan empiecen a estar a la altura de la gente que dicen representar. Silvia Fernández Rodríguez. VAldoviño.
El único honrado era el coche
La historia es conocida y a la vez en otro tiempo aplaudida por muchos, ya que la llamada militancia les concedió avales para poder seguir hacia delante con promesas de regeneración toda vez que el Gobierno anterior había sido un cortijo en el que se robaban hasta las gallinas. Recorrieron España y el coche aguantó sin detenerse a pesar de que en él se encontraban muchos kilos de corrupción, puterío y hasta venganza y traición entre ellos mismos.
Alcanzaron el poder y con el la colonización de todos los estamentos desde los cuales se podían efectuar actos que hoy asombran a aquellos militantes que les concedieron un aval. En poco tiempo parte de la ciudadanía se dio cuenta de que existía otra vez lo mismo que habían venido a cambiar: Gürtel, Bigotes, Bárcenas… y todos los que añadáis y fueron condenados y tuvieron la repulsa ciudadana. Creyeron que al fin los españoles podíamos confiar en que jamás se toleraría tanta golfería. Nos equivocamos y, una vez desde el poder, se aprovecharon del nombre de unas siglas alterando la historia de un Partido Socialista al que dicen defender y que solo se ha convertido en el halago al líder, al jefe. Pedro Sánchez no representa al auténtico PSOE.
No basta pedir perdón. No se lo concedieron a Rajoy y se produjo el cambio a través de una moción de censura legal, sí, pero con los votos de aquellos que hoy también toleran la corrupción. No desean dejar el sillón y las prebendas que conlleva la moqueta. Expulsaron a uno y ¿el otro? El auténtico líder de la trama. En fin, el coche transportaba a un portero de discoteca, a un aficionado a la prostitución y a un electricista experto en enchufes. Sobre el cuarto, solo decir que si algo conocía, lo calló, y si no se enteraba de lo que ocurría, peor. El coche tal vez se haga famoso por soportar tanta golfería. Juan José Lojo Fandiño. A Coruña.